Despertar en una nueva ciudad es realmente una aventura, comenzar a conocer sus calles, su gente, sus cafés, su cultura, es ir acumulando nuevas vistas de un mundo que no sabíamos existía, que nos esperaba.

Pero esa hermosa ciudad encantaba a Laura, se sentía feliz con los árboles de los que caían las piñas naturales para hacer las guirnaldas de navidad. Paseaba por la plaza recogiendo esas bellas piñas que usaría para decorar el lugar en donde estaba, porque ya se acercaban las fiestas.

Laura tenía sólo una gran nostalgia, al partir de su país había dejado al que era su novio, y pensaba en lo difícil que sería estar sin el en esas fechas. Por momentos miraba pasar las parejas que iban de la mano, sonreían, y ella bajaba la mirada porque podía casi llorar por recordar a Julián.

En la plaza del lugar hacían ferias de ventas, presentaciones de artistas libres, todo un escenario de cultura. Su paseo se hacía agradable y bueno era solo un fin de semana más. En la semana era más fácil olvidar su soledad ya que el trabajo le hacía las cosas fáciles entre las obligaciones y las tareas pendientes.

Dos noticias llegaron en esas fechas, la primera era que se avisaba una gran tormenta al lugar en los próximos días, las recomendaciones eran extensas, la segunda noticia la recibió de un pariente que le avisó que Julián había decidido mudarse de su ciudad. Ella intentaba comunicarse ya que ambas noticias la preocupan. Pero las líneas estaban afectadas.

Laura estaba un poco preocupada, ya pronto se avisaba la víspera de navidad, el frío se hacía intenso en los alrededores. Del trabajo a su departamento, de allí sólo a un café, en su corazón latía que algo pasaría, quizá por los tantos comentarios de otras tormentas que nunca había vivido.

Las noticias de la tormenta en la mañana de navidad tomaba fuerzas, el susto por estar sola no se hacía esperar, recordó todas las oraciones que de niña su madre le enseñó, su buena madre que al morir ese don de la oración le dejó. Una noche buena extraña, una noche muy fría para estar sola y en una ciudad lejana. Las lágrimas no se hicieron esperar, era la tristeza más profunda de su corazón, así se quedó dormida ya muy tarde el sueño la venció.

La mañana de navidad llegó y al mirar por la ventana se veía que la nieve nunca llegó, pero si la felicidad de los niños con sus juguetes de Santa Claus. Laura sonreía y agradeció a Dios, las noticias en la radio decían que la tormenta se disolvió, y para avivar la felicidad escucho su puerta sonar y al abrir un abrazo de Julián la confortó.

Sin duda, así de hermoso es el amor, capaz de cruzar los mares para el encuentro de dos. Milagros, regalos y canciones en la navidad de Dios. Que brille en los corazones la ilusión; luchando juntos ahora de la ciudad parte son.