Cortometraje: CAFÉ PARA LLEVAR (2014) // Dirigido por Patricia Font - CINE ESPAÑOL // Reflexión
Algunas personas llevan vidas muy extrañas. Extrañas para mí…
Digo, para mí extraño es, por ejemplo, tener una vida normal. ¿En esta época cómo puede alguien vivir normal? Tiene que ser mentira. Es extraño también tener una vida real. Me refiero a que hay personas que realmente esperan –no se si incluirme– una vida que sea la justa respuesta a la pregunta que han nacido siendo.
Por eso “habemos” de todos los tipos de individuo, porque natural es la complementariedad, y solo no somos nadie ni somos nada, ni somos realmente; siempre alguien más tendrá, por aquí o por allá, algún pedazo nuestro. Es hermoso, a la vez que atemorizante, saber que irrevocablemente nuestra realidad está determinada hasta cierto punto por la voluntad de los otros, incluyendo a “los nuestros”.
Hay un rincón que es menos oscuro por ser la contraparte emergente de esta idea. Acá hay luz solo si caemos en cuenta de que nosotros también rondamos por allí, por la vida de los demás, afectando “a voluntad” su destino. Tocarnos, entre nosotros, la vida, tocar la de los demás y ellos la nuestra, es inevitable. Al contrario, es lo más natural y muchas veces es también lo más hermoso que puede acontecernos.
Decisiones, con todo y nuestras pérdidas, que allí mismo donde limitamos con los otros nos dejan ver todas aquellas cosas de las que hubiéramos podido hacer mejores rumbos, dando color a otras vidas y “no a nuestros mundos”. – ¿Y por qué no conmigo? ¿Sería mejor si fuese distinto?–. ¿Has sido tú, alguna vez, de quienes saben que, de plano, no?
“Café para llevar” es un corto español sobre un encuentro casual entre una mujer próxima a casarse y su expareja.
Solo las mujeres entienden bien que el último amor es el más grande amor, por lo simple, y teóricamente. Ella había logrado superarse, y superar el fracasado noviazgo con el fracasado ex novio, y había conseguido establecerse con alguien mejor, tener al fin esa “vida normal”, por lo simple, y teóricamente.
La conversación es abierta, a través de la cual puede inferirse la trascendencia –por ponerme a parlotear un poco– de algunas barreras comunicativas típicas de las relaciones en las que se rompen paradigmas sociales que, por donde se le mire, terminan por entorpecer la dinámica amorosa, como en la modernidad casi todas las relaciones. Una mujer “exitosa” –no porque yo lo sepa– podría tener que hacer esfuerzos mentales inmensos de automotivación –más allá de la desmotivación que puede provocar el tener por pareja a quien que se encuentra en un lugar completamente diferente al nuestro, hipotético, o simplemente demasiado cómodo permaneciendo largo tiempo en el mismo lugar. Es el trabajo de enfrentar a diario a la convención, y abandonar la expectativa, para lo que se debe dosilizar el pensamiento. De todos modos, al fin del intento por conducirse a una misma a través de la vida de ambos, o tal vez de la brecha que separa la de cada uno, aún resta determinarse constantemente a vencer la brecha que s e p a r a.
Ella es profesional, decidida, ambiciosa, quizá. Él es, más bien, despreoupado, o permanentemente preocupado, también; tiene porqué. En el café estaba preocupado, o tenso, o arrepentido… –Sí, estaba arrepentido–. Si lo estaba, pues perfecto. Determinaría la posición de ventaja de ella ante la circunstancia, por el contraste entre ambas posiciones, la de cada uno, ellos en ese momento.
Él empezó a pedir perdones, por lo que había sido, lo que no…
Embarazado. Él no estaba arrepentido, estaba comprometido, y ahora ella también estaba allí. Él no había concretado su relación con ella porque querían cosas diferentes, pero ahora estaba emprendiendo con alguien más un camino que pudo haber compartido con ella. ¿Por qué? Porqué a ella, porqué así, porqué ahora. Es decir, qué mal momento… Porqué golpea el fracaso de nuevo. Porqué.
Se despide de la desconocida nueva futura madre/pareja, les augura una vida familiar maravillosa y, ni modo que se quede a llorar con ellos, corre a hacerlo en la calle. Qué vergüenza…
Pero en verdad, ¿pueden ver qué rara es la gente? Uno debe saber lo que quiere. ¿Podemos llorar por lo que no tenemos y a la vez por lo que sí? ¿Picarnos en dos, tal vez? Para llorar y reír al mismo tiempo. Somos felices o infelices, ¿cierto? Ella sí tenía lo que quiso para ella.
En fin… Tienen que verla.
Pueden ver este corto en línea.
Tiene una duración de 13 minutos.
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