Cada uno de nosotros, al menos una vez, nos detuvimos en repensar o revivir los errores; recordar detalladamente el desempeño fallido, la terrible primera cita, una gran pelea, una conversación incómoda o una situación tensa de la que no fue posible encontrar la mejor salida.

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Desplazándonos por momentos desagradables en nuestras cabezas, tendemos a culparnos por lo que sucedió, regañar por las palabras, acciones o inacción incorrectas. En psicología, el estado donde una persona mastica el mismo pensamiento negativo se llama rumiación . Lo principal que debe saber al respecto es que la rumia puede y debe ser combatida. A continuación veremos cómo detener la autoflagelación y convertir los arrepentimientos en una plataforma para nuevas ideas.

Sé consciente del problema

La rumia puede pretender ser un análisis. Te parece que, recordando los detalles del fracaso, lo entiendes, buscas la causa y la salida. Pero, de hecho, solo tuerce, como un disco roto, un pensamiento negativo y se fija en emociones destructivas.

La rumiación no trae la solución del problema, sino viceversa: "Las personas inclinadas a las reflexiones tienden a evitar las personas y las situaciones que provocan la inmersión en reflexiones dolorosas, y no entienden el problema", la rumiación ayuda a debilitar la capacidad de resolver problemas, empeora el estado de ánimo y reduce la calidad del sueño. Por eso es tan importante aprender a reconocerlo en las etapas iniciales.

Califica la escala del desastre.

En la mayoría de los casos, la rumia está directamente relacionada con la duda, el miedo a decepcionar a los demás. Por lo tanto, evaluar adecuadamente la situación ayudará a las personas, e incluso solo a reflexionar sobre ellas. Trate de responder honestamente a la pregunta: "¿Es el incidente realmente importante para los demás tanto como para mí?" Lo más probable es que la respuesta sea "no".

"Un recordatorio de que nuestros errores no son tan molestos para otras personas es una de las estrategias más efectivas para frenar las reflexiones". Trate de mirar el problema de forma distante, imagine que un amigo cercano se dirigió a usted con ella. ¿Pensaría que es un perdedor? ¿Qué le aconsejarías que hiciera?

Cambiar a buscar una solución

Si el problema sigue ahí y debe resolverse, cambie el enfoque: no pregunte "¿Por qué me comporté de esa manera?", Sino "¿Qué debo hacer al respecto?". La forma más fácil es tomar un pedazo de papel y pintar el plan de acción lo más detallado posible. Trate de evaluar de manera realista sus capacidades.No desperdicie su energía en experiencias qué no puso a trabajar antes, Pero cuente la cantidad real de tiempo que necesita, advierta a los colegas sobre el retraso, y finalice el trabajo.

Otra forma efectiva de combatir la rumia es establecer un entrenamiento. Concéntrate no en el resultado, sino en el proceso. En este caso, si algo sale mal, es menos probable que salpique las cenizas sobre su cabeza y se culpe. Cualquier dificultad se percibirá como tareas interesantes que ayudarán a adquirir nuevas habilidades y conocimientos. Este enfoque, es su teoría del pensamiento flexible.

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Volver al presente

Si establece una meta para captar pensamientos destructivos y trabaja con ellos, gradualmente será más fácil cambiar de una búsqueda negativa a una solución constructiva. Pero los cambios en la configuración interna no se producen de inmediato. Por lo tanto, es útil enlistar un par de técnicas que ayudarán a detener la rumia en el momento.

La forma más fácil de hacer esto es traer pensamientos al presente. En pocas palabras, distraerse. leer un libro, ver una película, dibujar algo, comenzar a limpiar, finalmente, pasar por un nuevo nivel de juego en la consola. Cualquier cosa que se ajuste a tu cabeza . Puede llamar a un ser querido: solo hable o comparta experiencias. La música agradable y los hermosos alrededores le distraen perfectamente de los pensamientos negativos y estimulan la producción de hormonas de la felicidad.

Si no puede arreglarse en el presente, intente soñar con algo agradable o vuelva al pasado: no en el momento del fracaso, sino como un recuerdo agradable.

Lo principal es recordar que casi todas las personas están sujetas a reflexiones. Incluso la persona más exitosa en su entorno se fija periódicamente en los problemas. Por lo tanto, no te culpes por los pensamientos negativos. Los pocos momentos de debilidad no te convertirán en un pesimista y un gruñido. Y para que sean realmente pocos, rodéate de personas y cosas que amas: siempre te ayudarán a distraerte.

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@sandykatiuska