El Bucle

La casa estaba tranquila, los retratos inmaculados, los cubiertos sobre la mesa. Mi madre hablaba con los vecinos fuera de la casa, mis hermanos jugaban en el cuarto. Todo parecía normal, sin embargo, me percaté por la ventana que todos los vecinos miraron hacia el cielo, estaban escandalizados. Creía que se trataba de un avión pero el sonido de las turbinas no estaba. Escuché gritos y miré hacia la puerta y en un movimiento instintivo corrí por el pasillo para buscar a mi hermano mas pequeño. Mi madre gritó que me apresurara. Crucé el pasillo que parecía interminable y salí por el umbral de la entrada. Estaban todos los que vivían en la cuadra aglomerados observando el cielo. Con mi hermano sobre mis brazos levanté la mirada y noté el reflejo de las luces intensas en los ojos de las personas. Afuera, después de la cuadra, no había asfalto, era agua, era un lago. Miré hacia arriba y busqué la imagen, aquella que causaba terror. Eran dos eclipses solares casi completos, uno junto al otro. Uno despedía un color violeta muy intenso, el otro un color naranja. Sobre los eclipses, una estela con estos colores que se asemejaba a la caída de unos meteoritos. No entendía que pasaba. Ese cielo de colores extraños, el lago de la nada y el terror de lo desconocido. Con la imagen del cielo intacta, desperté. Me pregunté si había algún significado, no tenía miedo, algo cambió en mi. El paisaje era extraño, de otra dimensión. Caminé los pasillos y en la ventana se filtraba un rayo de luz extraño. Afuera, todos miraron hacia arriba.