Mi madre. #Reto12Votos Semana 8 -

El 13 de mayo de 2009, se nos fue María Dolores, Lola, mi madre, a la edad de 93 años. Por tanto  las festividades de la Nuestra Señora de Fátima, de quien era devota, tienen para mí una connotación especial. Tal vez haya vínculos que desde nuestros sentidos  humanos no podamos percibir.

Aunque en la fotografía, se le ve el cabello claro,  su color era intensamente negro y así lo conservó hasta el día de su muerte, apenas matizado con escasas hebras grises. Es la única foto que tengo de sus años mozos. Ya habíamos nacido mi hermano y yo, y está destinada al amor de su vida, José, mi padre. Vivieron 67 años de matrimonio, literalmente hablando, hasta que la muerte los separó.

En la parte posterior de la fotografía, una dedicatoria, que les dejo para su lectura:

Iba a escribir el único amor de su vida, pero no fue así, tuvo tres amores más, sus hijos, pues vivió para nosotros, convirtió en suyas nuestras preocupaciones, nuestras ilusiones, nuestros dolores, nuestras alegrías. No era melosa, mucho menos permisiva, pero nos consentía a su manera y puso toda su fortaleza para tallar en nosotros, adultos bien formados. Papá y ella hacían una buena dupla. A ella le tocó ser la fuerte del equipo, la que exigía tareas, regañaba o daba una palmada; pero también la que cocinaba golosinas y se deleitaba viéndonos disfrutarlas, convencía a papá para algún permiso o llevarnos al cine, la que se llenaba de orgullo al hablar de nosotros. Hoy puedo decir, como lo digo a menudo: respiraba por nuestros poros.

Muy activa y creativa, de gran velocidad mental y un extraordinario amor por la música, en sus propias palabras: los pies le bailaban solos, pero no sólo eran sus pies, toda ella a vibraba con la música, sus ojitos oscuros adquirían un brillo espectacular, especialmente si se trataba de una jota o una muiñeira, bailes de moda en su época moza, en su Galicia natal. Pero, a toda la música le conseguía un paso. Hasta el tango le vi bailar con gran maestría.

En las canciones andaba a la moda y las identificaba con una facilidad pasmosa; de sus recuerdos, tarareaba a veces, Rianxeira, una canción tradicional que pervive. Les dejo una versión que encontré en internet, con Paloma San Basilio:

La afectó mucho la guerra civil española, en la cuál perdió a su hermano mayor. En su memoria quedaron impresos para siempre pasajes que le permitían asegurar que una guerra civil era lo peor que podía vivirse, que despertaba desconfianzas y odios, envidias y abusos de poder. No le gustaba tocar el tema, prefería hablar de música, fiestas, costumbres, cultivos y comidas. Es decir, prefería hablar de la vida. Y del futuro, de nuestro futuro.

Disfrutaba viajar, conocer lugares y sus gentes. Leía mucho, recordaba con facilidad textos leídos y era de una pulcritud y orden hasta exagerados. Cada cosa en su lugar y todo impecablemente limpio.

Como abuela, ahí si fue consentidora. Mis hijos recuerdan muchas de sus ocurrencias y expresiones, sus tortas, sus empanadas, juegos y juguetes. También detalles que con el tiempo se han vuelto simpáticos, pero que en su momento fueron estresantes, debido a la demencia senil que se le desató con la muerte de mi padre y que le ocasionó el olvido del amor de su vida, regresándola a su infancia (se enamoraron a los 17 años).

No quiero entrar en anécdotas. ¡Cuántas hay para narrar en tantos años de convivencia! ¡Cuántas emociones! Pasajes alegres y tristes, de salud y de enfermedad, de despedidas y encuentros. Pero debo afirmar que fue una extraordinaria mujer y una excelente madre, esposa y abuela. ¡Sembró amor y con amor la recordamos!