Jamás fui una persona supersticiosa, ni temerosa (solo de Dios), dormía bien, tranquila y descansaba.

Justamente esa había sido una semana pesada por las noches, me levantaba sobresaltada y angustiada, sin razón aparente. Recuerdo aún que una madrugada desperté asustada y llorando después de una pesadilla que no nunca logre recordar, me senté por horas en el borde de mi cama, miraba a la ventana, sentía la presencia de alguien ahí, una sensación que no lograba explicar, abrace a mi hija, ore e intente seguir durmiendo.

^Fuente

Después de una semana larga de trabajo, llegaba por fin el día de descanso (el día esperado), estaba agotada, quería dormir profundamente, descansar, esos eran mis planes. Al llegar a casa me quite la ropa justamente en la esquina de la cama y opte por permanecer desnuda, (mi cuerpo ya no daba para más) tome a mi hija y nos quedamos dormidas.

Esa noche, nuestros atacantes no eran del más allá, al contrario.

Tres hombres forzaron la puerta de mi casa, entraron, nos amenazaron con armas, entre lágrimas y risas (supongo que producto del susto) por mi mente pasaba:

“Jehová es mi Pastor, nada me faltara”

Abrazaba fuertemente a mi hija, queriendo protegerla, mantenerla cerca, mi corazón estaba acelerado, un frio terrible recorría mi cuerpo, angustia, desconsuelo, desesperación, oraciones de ruego, no era para menos en mi habitación totalmente oscura, tres desconocidos armados, amenazaban con nuestras vidas, solo pedía se fueran sin hacernos daño, minutos que parecían horas eternas viví en esas cuatro paredes, por momentos pensaba que era otra de mis pesadillas, que en cualquier momento despertaba (no fue así), gracias a Dios se fueron, sin lastimarnos, solo perdimos cosas materiales.

Siempre me he preguntado:

• ¿Por qué esos presentimientos?

• ¿Quienes y por qué?

• ¿A quien se lo debo?

• ¿Quién al saberme desvalida y sola con la niña puedo haberme traicionado?

Mis noches no volvieron a ser iguales, ni mi sueño tranquilo y placentero, salí de esa casa, no pude volver (jure no volver), aún miro las ventanas por las noches con terror, miro al cielo y exclamó: ¡Justicia! y agradezco inmensamente a Dios por su infinita protección.

Desgraciadamente una historia vivida

Autoria de: @luingrid.guerra