Mi Hermosa Montaña

En varias oportunidades he hablado de ella. Muchas veces la he fotografiado y a diario la contemplo, la admiro, la respeto. Su imponente y abarcante presencia, la hace casi omnipresente, al menos en mi ciudad. Se puede ver desde cualquier punto de ésta. A veces de cerca, a veces de lejos, pero siempre visible. Sus colores, dependiendo desde el ángulo en que se le contemple pueden ser muy vivos o muy tenues, como una leve sombra en el horizonte. Yo tengo el privilegio de verla a diario dese mi ventana, a escasos metros. Vivo a sus pies, rodeada de ella, muy cerca de sus faldas. Mi montaña ha participado en varios de mis concursos de fotografía de Steemit, y siempre me he hecho quedar bien. También fue mi aliada en mi intento de enamorar a @sancho.panza y, aunque no lo logramos, recibimos mención de honor.

Siempre he compartido su imagen vista desde mi casa, esa vista que no me canso de admirar:

Pero hoy les traigo la vista opuesta. Tal como se decía al hablar del hombre en la luna: Lo importante no fue poner un pie en la luna sino un ojo en la tierra. En esta ocación quise ver mi casa desde la montaña. Nos adentramos en ella un domingo de tarde, en un hermoso compartir familiar. Como siempre acompañada de mis dos hombres, mis dos amores, el grande y el pequeño.

Antes de subir, les voy a mostrar a donde exactamente nos dirigimos. La idea es alcanzar las torres que he encerrado en amarillo:

Uno de los puntos desde el cual se puede emprender la subida queda a un kilómetro de nuestra casa. La subida comienza con unas escaleras de piedras que desaparecen a escasos 50 metros de la caminata. Yo no he sido nunca muy buena subiendo o escalando; mi capacidad pulmonar no me lo permite, así que debo hacerlo despacio y calmadamente, procurando mantener el control de mi respiración. Así llegamos a la primera "estación" o "parada" donde hicimos un alto para contemplar la vista que se abría ante nosotros.

_{En la Primera Parada... Ya mi rostro deja entre ver cierto cansancio.}

En ese mismo lugar, tomé esta graciosa foto. Parece una pose planificada, una especie de coreografía, pero no lo es. Simplemente ambos hicieron un movimiento espontáneo, captado por mi lente:

_{Mis dos amores.}

Ya en este punto, comienza a abrirse un paisaje impresionante ante nuestros ojos. No sé si a ustedes les resulte así, pero a mí me encantan las montañas, y contemplarlas es uno de los placeres que la vida me regala:

A partir de allí el ascenso se torna más empinado, con rocas haciendo las veces de escaleras naturales. Mi ritmo cardíaco quería hacer su propia loca voluntad, al igual que mi respiración. Mi esposo e hijo iban delante de mi... Cada vez más lejos...

Aunque yo iba relativamente lejos, simpre había un punto donde ellos paraban a descansar y entonces lograba alcanzarlos. En el segundo punto donde paramos, de pronto me sentí muy mal. Con náuseas fuertes y la sensación de desmayo inminente. Me senté en el suelo y dije: Yo los espero aquí, sigan ustedes. Pero mi esposo llevaba consigo una arma milagrosa. Sacó una jugosa naranja, le quitó la concha y me la ofreció. Es impresionante la inmediatez del efecto. Apenas la hube probado, sentí como mi cuerpo recuperaba las energías y, como decimos aquí en Venezuela, me volvió el alma al cuerpo.

Así continuamos nuestro recorrido, mientras más alto estábamos, más amplia y hermosa la vista. Yo vivo en un pequeño pueblo a las afueras de Maracay; se llama El Limón. Es como como un bosque a orilla de la montaña. Pues bien, desde aquí ya podíamos ver, además de El Limón, y a nuestra querida Maracay, en todo su esplendor.

Me gustan mucho los árboles; aunque estén secos me encantan. Como estamos en pleno período de sequía, la vegetación está totalmente seca. Pero aún así, los árboles lucen una belleza original. Estos, por ejemplo, pareciera que realizan una especie de coreografía vegetal:

La experiencia fue muy enriquecedora, aunque en un par de ocasiones estuve a punto de desistir. Cuando llegamos a la meta, la vista nos premió y pudimos disfrutar de la fresca brisa y el tenue sol que ya comenzaba a ocultarse.

_{Mi hijo llegando a La Torre, por supuesto, él tenía que llegar primero.}

_{Un delicioso momento.}

Finalmente pude ver mi casa desde la montaña. Me costó un poco ubicarla, pero, allí estaba y yo pude poner mis ojos en ella. Así que... así luce mi casa desde la montaña; así es como ella "me ve", pequeña e insignificante.

_{Mi casa, vista desde la montaña.}