Gigantes en Madrid

in #spanish6 years ago

Se le conoce como el Gigante Extremeño, pero su verdadero nombre era Agustín Luengo Capilla. Su esqueleto no apareció rodeado de ajuares funerarios, en ninguno de esos enigmáticos templos megalíticos, cuya autoría el investigador francés Louis Charpentier (1) atribuía a una raza de gigantes que habitó el planeta en tiempos anteriores al Neolítico. En realidad, su cuerpo tampoco se encontró por casualidad en esos inhumanos almacenes de tristezas y olvidos que son los osarios, ni fue inhumado, en olor de multitudes y botafumeiro, de ninguno de esos potenciales cementerios medievales que, en el fondo, son la mayoría de nuestras iglesias románicas. De haber seguido con vida, hoy tendría, aproximadamente, la edad de 186 años y hubiera sido un candidato perfecto para ampliar la lista matusalénica que hace de la Biblia el Libro Guinnes de los récords de longevidad conocidos.
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Sus orígenes, como el mío, como posiblemente el de Vd. o como el de tantos otros que recorremos con paciencia esos infinitos caminos que la vida nos depara, son humildes. Tan humildes o más, diríase, que para llevarse un mendrugo de pan a la boca -pensemos en lo cerca que estamos todos de que nos suceda lo mismo cualquier día- donó voluntariamente su cuerpo a la Ciencia. Su vida fue breve: se fue con 28 años prácticamente recién cumplidos, y todavía cabe preguntarse si tuvo tiempo de estrenar el par de botas que le regaló el rey Alfonso XII. Aún se le recuerda en su pueblo, Puebla de Alcocer, provincia de Badajoz, donde entre otras reliquias, todavía se conserva al menos una de dichas botas.
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Desapercibido para la mayoría de visitantes y peregrinos que pasan por Madrid, tal vez la inclusión de su impactante esqueleto entre la cantidad de recuerdos antropológicos, de curiosidades diversas y diferente procedencia, no sea, en el fondo, casual. No en vano, este Museo, para mayor información, formaría parte de un imaginario aunque mágico triángulo, cuyos otros dos vértices estarían formados por el Parque de el Bueno Retiro y la Basílica que cobija a una de las dos Vírgenes Negras que se conservan en Madrid: la Virgen de Atocha.
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Notas:

(1) Louis Charpentier: 'Los gigantes y el misterio de los orígenes', Editorial Plaza & Janés.

Vídeo relacionado:

AVISO a CHEETAH y NAVEGANTES: Esta entrada, revisada, pertenece a mi blog RECUERDOS DE UN PEREGRINO. Tanto el texto, como las fotografías, así como el vídeo (excepto la música, reproducida en Youtube con licencia stándard), son de mi exclusiva propiedad intelectual. La entrada original, con su correspondiente enlace a Steemit, la pueden encontrar en la siguiente dirección: http://jc347.blogspot.com/2012/12/el-gigante-del-museo-nacional-de.html

Sort:  

Pobre hombre, tuvo el gran problema de los diferentes. He visto esta mañana el video, porque me llegan las notificaciones, y después he buscado información sobre él. Tienes razón, sus restos deberían estar donde les corresponde.

Tú lo has dicho: el problema de los diferentes. Tuviera o no sus razones para firmar un contrato con el fin de llevarse unos chuscos de pan a la boca, no merecía ser exhibido eternamente como una atracción de feria. Este es el lado mórbido de lo socialmente aceptable, que tenga que haber seres desdichados para servir de atracción a la banalidad.

Puf... Estuve leyendo hace poco sobre esos zoológicos que siguieron exhibiendo "salvajes" de distintas partes del mundo hasta bien entrado el siglo XX. A Ota Benga, un pigmeo que tenían en el zoo del Bronx, lo ponían junto a los simios...

Recuerda películas como La parada de los monstruos, auténticos frikies que no tenían otra alternativa que exhibirse en circos para ir viviendo. O el pigmeo de Banyoles, que al final tuvo que ser retirado después de muchos años de exposición. Por regla general, tendemos a ser morbosos, estúpidos y crueles y no miramos el auténtico drama que se esconde detrás de todo esto.

Me impresiona el tamaño de manos y pies. Tiene pocos años el esqueleto, apenas 156, es curioso que esté exhibido de esa manera. Creo que por lo general esas exhibiciones son de hallazgos bastante antiguos.
Me pregunto, si cuando donó su cuerpo para estudios científicos se llegó a imaginar que 156 años despues estaría en un museo.

Supongo que sí, puesto que al parecer, eso quedaba claro en el contrato que firmó. Lo que me extraña, es que viendo las polémicas que han provocado otros casos similares, nadie se haya quejado de éste. Pero en fin, así son las cosas, por desgracia.

Quizás por lo mismo que usted manifiesta en el post, que pasa desapercibido en el museo entre tantos restos antropológicos.

No creas: la gente lo viene buscando como una curiosidad. Hay otros elementos, de culturas exóticas (India, China, Tíbet, etc), que son verdaderas joyas simbólicas y no reclaman tanta atención como nuestro amigo Agustín. Pero en fin, así están las cosas.

Que increible !! Estas son las cosas que valen un voto con gran placer.

Hola, Karirivas. Valoro y agradezco tu voto y tu comentario. A veces, la realidad es más fantástica que la ficción. Lo malo del tema, es que yo no desearía haber llevado la vida que llevó el pobre Agustín, hasta el punto de legar su cuerpo como exhibición para no pasar hambre. A veces no valoramos lo afortunados que somos. Saludos.

No sabia de su existencia gracias por ponerme al tanto

Gracias a ti por tu comentario.

guao señor Juan,no tenia idea de la existencia de estos gigantes,impresionante, saludos

Son personas normales y corrientes, que por alguna circunstancia genética, se desarrollaron muy por encima de la media normal de la época. Hoy en día no sería tan raro, pero sí lo fue en la época en la vivió esta persona y esa circunstancia pues le hizo aparecer, por desgracia, poco menos que como una atracción de circo. A veces, la curiosidad es mal sana. Y esos restos, si hemos de ser justos, deberían reposar en paz en un camposanto.

amazing post

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