MADRE MUERTE ESTÁ CERCA- Cuento de terror. Parte 3

Abrió las cajas con un deseo que le atropellaba, pues quería saber que había enviado su tío a su madre ―Vamos a ver, viejo raro; que basura es esto ―Pero que…

Envuelta en el mantel negro estaba la estatuilla que vio en el velorio, el mantel, lo que quedó de los cirios negros. Se dirigió hacia la otra caja, la abrió con mayor afán y en su interior encontró varios libros. Todos estaban escritos en español y observó que la caligrafía era idéntica a aquella que vio en el libro de condolencias la noche del velorio. Así que se dispuso a ojear algo de su contenido.

“Hoy la madre muerte me susurro al oído, que soy su preferido, pero no por eso dejará de darme un abrazo hasta asfixiarme”.

“Entregué a la Señora benevolente, los nombres de cinco personas que visité en el hospital. Dos eran niños, una niña que estaba en la incubadora, un joven que se recuperaba de sus graves lesiones y un decrépito que quería seguir viviendo”.

“Envíe a un demonio llamado Lofegoum a atormentar a esa familia de clase alta, que suelen mirarme con desprecio. Pobres, no saben quién llegó a su casa. Lo primero que hará es tocar su salud y llevarles al desespero”.

“Lamí los huesos de muerto y los rocíe con orina bendecida, entoné su cántico preferido, invoque su nombre y se manifestó… Me postré, el aroma se hizo nauseabundo; tanto que vomité sobre mis manos extendidas hacia ella. Con su voz se dirigió a mí amorosamente ―Come ―me dijo ―muéstrame tu amor e invoca un nombre ―Después de mostrarle cuánto le amo y dejar mis manos limpias ―Grité: Marco”.

Que loco este viejo, dijo Marco, era un cochino brujo ¡Qué asco!
Pero quiso leer algún aparte del libro que se encontraba al fondo de la caja, lo tomó y sus ojos ansiosos se dirigieron a un texto el cual empezó a leer en voz audible:

“Crees que Madre Muerte está lejos de ti por estar poseído de tu espíritu juvenil. No has visto que cuando entras en tu auto, te sigue un espectro de muerte todos tus días y camina invisible a tu lado, esperando arrancarte de este lado de los vivos. Duerme contigo y te mira fijamente mientras te quedas dormido, en las noches musita a tu oído tú mismo nombre, aguardando que el día de tu sepelio puedas por fin ver el miedo.”

Cuando terminó de leer notó que en la última parte del libro había dos fotos unidas, por un cordón rojo, no pudo más que su curiosidad y desenvolvió el cordón, para notar que una foto era del difunto y la otra era suya.

―Mamá ―gritó ―¿qué es esto, por qué este tipo tenía mi foto de esta forma?
Nadie contestó, subió al cuarto de su madre y la encontró totalmente dormida, no se fijó que el tiempo había transcurrido y el reloj marcaba las 10: 30 de la noche. Al otro día tendría que ir a trabajar, así que salió rumbo a su casa después de haber dado un beso a su madre.

La noche estaba helada, y un tenue viento soplaba sobre las solitarias calles. Miró hacia todos los lados y emprendió su ligera marcha, como si huyera de algo. Después de un momento sintió unos pasos y al mirar hacia atrás pudo notar entre la ligera penumbra, la figura de alguien que venía hacia él y cambió de acera tratando de evitarlo, pero cuando dobló en la siguiente esquina, miró hacia atrás de nuevo y al no ver a nadie, volvió su rostro hacia el frente casi estrellándose con alguien. Era el anciano aquel que ya una vez le había hecho pasar un buen susto.

―Madre muerte está cerca Marco…
―¿Qué quieren?... Pues no le tengo miedo a la muerte ―Gritó el joven, mientras el cuerpo le temblaba y miraba al anciano entre miedo y odio. En el momento sonó la sirena del auto de la policía detrás suyo y cuando volteó a mirarlos para quejarse por el acoso y quiso mirar de nuevo el anciano, este ya no estaba.
―¿Le pasa algo amigo?
―¿Vieron al señor que estaba aquí?
―Estabas solo joven ― y después de revisarlo, lo encontrarlo sobrio y ofrecieron llevarlo a su casa, lo que aceptó Marco dadas las circunstancias.