El sentimiento de una sociedad
Una reacción inmediata fue apropiada ante esta imagen que pudiese generar alegrías, más que tristezas. Una fotografía configurada por otra mejor tomada por mí; de la que casi al ritmo del parpadeo quise comentar. Ya que hoy amanecí triste al ver a mi Venezuela..., y no de verla bella..., no de verla radiante; sino de verla afligida, herida, goleada y ultrajada. Porque la luz también puede generar emociones oscuras.
Venezuela despide mañana, a su música favorita. Pero también con él, observa con rabia la burla, y la falta de respeto de políticos que caminan de espalda a Bolívar. Mofándose sin mediación. Ellos ven caminar la asquerosidad humana, no en los residuos que botan sus visitantes, sino en la trampa de hombres que desfilan en el poder. Quizás el político que me lee comprendiera el legado de la humanidad, apuesto que no hubiese sido necesario burlarse de la vida de los hombres y mujeres que diariamente claman por la cordura gubernamental. Por el contrario, y sin ocultar sus pretensiones actorales, hoy hablan sin prejuicios y accionan desde la ponderación para sentirse, radiantes, dolosos, perfumados y "emperifollados" en la despedida física de un ser que, -seguro estoy-, hubiese preferido acuerdos para la paz de su gente que consensos para la celebración de su muerte.
Hoy también amanecí con rabia, por eso acuso directamente a la psicología barata que se desfila radiante y ensimismada en una sociedad que agoniza en la búsqueda de la salvación, de la embriaguez... La acuso por llenar de significados la idea del bienestar con aforismos construidos desde una especie malvada de "optimismo individualista". Recetándole al paciente el "tu si puedes"; para verlo volver y garantizar su quincena. Donde se demuestra en la charlatanería de esos imberbes la burla casi sociópata de quienes ponen una fe excesiva en la individualidad.
A mi parecer, no pasan de la literatura pirata que obvia en lo absoluto la comprensión de los arreglos que necesariamente hacen falta para el engranaje de las oportunidades colectivas, de la libertad, y las capacidades. Parece que no ven sino un "rancho en la cabeza" donde existe un entramado de relaciones anómicas. La crisis de sentido que profundiza los males propios de las desigualdades de siempre. Beben del agua de ese ideario mitómano y en muchos casos se justifica que el emprender sea una acción galopante que prescinde de acuerdos éticos.
A las universidades que enseñan psicología, les invito a que atiendan a la real interpretación humana y formen estudiantes para que luchen en contra de esos idiotas que dicen llamarse emprendedores. A los políticos, por el amor de Dios, lean..., y entiendan a la sociedad en su complejidad. Basta de engaños. ¡Ojalá! Los venezolanos estemos aprendiendo de esta novela de terror, para evitar la burla, y sacar del forro la guitarra que dispara crítica y exige respeto.
Escrito por Jhon A. Romero.-