El enigma de Baphomet (106)
Capítulo V
36
Por la noche subí, sin que nadie me viera, a dormir a la cabaña, y, desde allí, al amanecer, emprendí la marcha.
Muy pronto, de la posada de un pueblo, salía una expedición de peregrinos rubios de aspecto franco-germánico, que volvían de Compostela. Trabé conversación hablando por señas, como si fuéramos mudos, acerca del santo; y aceptaron de buen grado mi compañía.
Presidía la comitiva un caballo persa cuyo jinete joven enarbolaba un estandarte de Santiago peregrino. Detrás, una carreta desvencijada con yunta de bueyes portaba unas andas sujetando un Cristo con los pies cruzados, excesivamente grandes: “Patrón de los peregrinos”, llegué a entenderles.
.
.
Hablaban en germánico. Al caballo le llamaban “Ferd” y al que lo montaba “Ferdinandus”. Entre bromas sobre la etimología de su nombre, en la que no se ponían de acuerdo —conversación extraña entre peregrinos—, alternando con silencios y oraciones, llenamos el primer día y llegamos a dormir al lado del puente del Órbigo.
.
.
Tendríamos que pasar el más hermoso, el Puente la Reina,_*** después de tres o cuatro jornadas de camino. Cuando llegamos a la pradera, uno de ellos, larguirucho, de aspecto frailuno por los ademanes de sacristán maniático al colocar los cirios, también por señas, gesticulando en exceso, me señalaba los pies inflamados del Cristo, sangrados después de la caminata simbolizada en ellos, acompañando a los caballeros en su camino. La Cruz iba incrustada en un pedestal que parecía una roca.
Yo no había reparado en detalles pero ya me fijé despacio en la expresión del Cristo. El sacristán maniático aceleró el encendido de las velas, al verme interesado en la belleza de la talla, porque estaba anocheciendo. Los maderos toscos de la cruz con los tuecos de las ramas salientes para que le hicieran más daño en el cuerpo, y, sin embargo, la cara complaciente simbolizaban el martirio de los caballeros duros y transparentes, como el cuarzo —quería expresarme con sus gestos repetidos el sacristán larguirucho—, como si, a pesar de estar muerto, se mostrara satisfecho de haber concluido el camino sin espinas en la corona, que eran palos de madera incrustados en la doble soga que ceñía la cabeza. El porqué de habérselas quitado no logré saberlo por más que intenté preguntarle. Se cansó de ir y venir desde mí hasta el Cristo, dando vueltas, mirando al cielo, contándose los dedos, estirándolos hasta hacer crujir las articulaciones de las falanges, pero, nada... no pude entenderlo y seguí contemplando la imagen. La cintura y los muslos estaban cubiertos por una capa templaria arrebujada, que dejaba descubierta la rodilla derecha. En uno de los pliegues asomaba un brazo de la cruz paté bordada que, en la talla, estaba pintada de rojo. Los borbotones de sangre en la llaga del costado se mostraban como montones coagulados. Lo habían arrancado, sin duda, de la capilla de algún castillo del Temple.
.
.
( Es de suponer, analizando este Cristo de la Iglesia del Crucifijo de Puente la Reina, que se trate de este Cristo u otro muy similar, o que este sea una copia del original de los templarios. Está por investigar concienzudamente)
...
...
...
De la pintura del dios Baco, que los benedictinos nos habían metido en los castillos, se habían hecho todas las copias iguales y habían sido distribuidas por todos los castillos. Todas las copias se quemaron
.
.
(Nota para esta entrega en la red "steemit: "Todas no se quemaron porque por lo menos queda esta copia y otra en la que no figuran las leyendas en leonés antiguo, además la original")
.
,** pero los cristos procedían de talleres de artistas diversos y estaban repartidos por los alrededores de todos los castillos. Este Cristo era inconfundible, con la trepde* de caminos en una encrucijada de cuatro como el pie de un ganso. Esto siempre lo decía Jacques de Molay en las Cruzadas cuando salíamos por los caminos. De todas las encrucijadas partían tres caminos por lo menos: a Jerusalén, a Roma y a Santiago; eso era lo que simbolizaban los tres palos de brazos y cabeza del Cristo dibujando, en el ábside de cada capilla, una pata de Oca, señal ineludible de una construcción templaria.
¡Allí iba algún templario camuflado!
*** (Nota)
En el manuscrito aparece “ponte la ruina” caligrafiado recientemente. Runa es el río Arga en vasco. “Ponte la Ruina” ¿Será una mala caligrafía? Será: “la Reina”... Puente la Reina está a veintitantos kilómetros de Pamplona.
** (Nota)
El Rey de Francia, Felipe IV el Hermoso ordenó quemar todos los Bacos y sólo quedó uno, encontrado siglos más tarde en Sahagún de Campos, abandonado por los soldados franceses en la retirada después de ser derrotados, cuando se llevaban pinturas y esculturas histórico-artísticas.
*(Nota)
La misma palabra escrita de tres maneras en la misma página: “trepede”, “trípode” y “trebde”. Eso es latín: “tres pedes”, que quiere decir “tres pies”. Lo del pie de la Oca es, sin duda, una derivación lúdica de los templarios.
nice post
Gracias, @rana420. Es una novela histórica que estoy informatizando por entregas para los colegas de steemit.
This post was upvoted & promoted by @monitorcap traffic bot.
Send minimum 1 SBD to @monitorcap bot with your link in MEMO field and recieve random upvote & post promotion in our daily TOP posts listings. @monitorcap - where 'seen' matters !