Adiós | Escritos de una mente desequilibrada XI

Pensar que no lograría publicarlo, pensar que no tendría a quién contarlo, qué equivocado estaba, o quizás no, quizás solo lo cuento para seguir creyendo que le importo a alguien, que las personas con las que suelo conversar, compartir mi tiempo se preocupan por mí y por eso les interesaría saber que el fin llegó.

No les diré cómo lo acabo de hacer, me gustaría hacerles saber los detalles, pero si me conocían, si me leían, pueden imaginar cómo acabé con mi vida, o lo que solía llamar vida, porque nunca viví realmente, nunca disfrute el respirar más allá de hacerlo solo para seguir sufriendo, maldita existencia.

Los voy a extrañar, aunque no sé si exista la consciencia a donde vamos al morir, si es que existe algo más allá de esto que vemos, que sentimos, que sufrimos. Si hay algo más me gustaría decirles, pero tampoco sé si pueda hacerlo.

No escribiré más, es difícil, los quiero, supongo, es difícil saberlo, también es difícil saber si ustedes me quisieron, o si solo fingían.