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Les cuento mi historia: Hace poco más de un año, cuando apenas tenía días de nacido, unos niños consiguieron mi nido, quizá por su inocencia me arrancaron de mi familia, afortunadamente me acompañaba mi hermana para no sentirme tan solo. Mientras nos paseaban de un lado a otro en una vieja jaula, decidieron llevarnos a la orilla de la carretera y ponernos en venta.

Se acercó una familia a comprar frutas y verduras, había un niña y un niño con ellos, de inmediato notaron nuestra presencia y le insistieron a sus papás que nos comprarán.

El papá estaba negado, decía que no era correcto, la mamá a sabiendas que no era lo correcto, le explicó al hombre que podríamos morir allí, pues esos niños no estaban en capacidad de cuidarnos ni darnos de comer.

Tras un largo debate familiar, Sophi y Sam lograron convencer a su padres y nos llevaron con ellos a su casa. En el camino discutían nuestros nombres, hicieron un sorteo y decidieron llamarnos Tita y Pacco.

Desde ese día, papá se dedicó a nuestro cuidado, nos daba de comer con una inyectadora, dormiamos envueltos en una manta para mantenernos calienticos. Al cabo de algunas semanas, salieron nuestras primeras plumas y ya casi aprendiamos a comer solos, Sophi y Sam estaban felices y nosotros también.

Papá nos enseñó algunas palabras, yo aún sigo aprendiendo. Así crecimos rodeados de amor y cuidados, libres de recorrer toda la casa, menos el patio, allí está Blue, el perro.

Hace algunos meses Tita enfermó y partió al cielo de las aves, hubo una gran tristeza en la casa. Pero la vida debe continuar y aquí estoy hoy, sirviéndole de modelo a mamá para darme a conocer e invitarlos a apoyar este maravilloso proyecto.