ELEGIR O APOSTAR, Venezuela entre la espada y la pared

in #spanish4 years ago

Como si 20 años de arbitrariedad y absurdo político no fueran suficientes para los venezolanos, ahora los amos del poder fuerzan una salida de emergencia, un intento de cortar y coser un atavío de seda para mona. En concreto se remeda la institucionalidad y la verticalidad constitucional en un ¿vano? Intento de disimular el perfume de gorila que expele el cuero del bicho. Intuyo que, aun no siendo diligencia fácil, les resultaría peor no intentarla, porque el tufillo homínido excede el dominio nacional. El mundo, en su mayoría, le demanda que adecente su presentación, que la haga digna de los pueblos libres que tanto han sufrido en carne propia heridas infligidas por la misma mácula histórica y expresan rechazo a recibir en sus instancias a quienes insisten en prácticas proscritas por el imperativo libertario en consonancia con las muchas convenciones mundiales concebidas para resguardar a las naciones del autoritarismo.
El país apostaba a que, soportado en la racionalidad de todos se avanzaba en esa dirección, no a la velocidad deseada, pero sí con logros. Cuando los venezolanos pensábamos que tantos años e infinitas diligencias podrían estar a punto de dar resultado, irrumpe la mano del alacrán y emponzoña el proceso. Nosotros acostumbrados a tanta maniobra limpia y sucia, a tanta estratagema, a tanto bolo, a tanta cova, a tanto revolcón y habladera de paja, nosotros, curtidos a punta de palo creíamos sabérnoslas todas, hasta que, frente a nuestros ojos, con irreverente desparpajo, se anunció al país que estaba listo “El nuevo traje del emperador” y que quien no podía verlo era porque… me excuso de extenderme porque esa historia es harto conocida; ustedes la conocen.
El monstruo, cuadripléjico, hace su jugada maestra y en menos de lo que un gallo canta, baboseó a la AN, nombró su árbitro electoral, puso nuevos directivos, suyos, a partidos de la oposición, convocó Parlamentarias para el 6 de diciembre y emitió declaración/epitafio del túmulo electoral “Mientras exista una Fuerza Armada como la que hoy tenemos, antiimperialista, revolucionaria, bolivariana, nunca podrán ejercer el poder político en Venezuela. Yo creo que es bueno que lo entiendan…” Padrino López dixit.
La cascada de acontecimientos desplegada desde finales de 2019 y exhibida, en todo su “esplendor”, a lo largo del primer semestre de 2020, aunque nos parezca dispositivo arbitrario y carente de legitimidad, es instrumento, que in extremis, la busca a todo costo para quienes gobiernan. No fue ideado para presentarse solos a comicios, no, a título previo parcialidades minoritarias del espectro político nacional, ejerciendo su derecho, garantizaron al gobierno una contraparte, argumento suficiente para sustentar tal alta apuesta (la de judicializar a la oposición y aniquilarla a plumazo limpio) de modo que, si las cosas siguen el curso que llevan, entre La Mesita, los partidos espejo (los arrebatados judicialmente a la oposición) la clase gobernante y sus otras organizaciones, habrá actividad electoral el 6D.
Plateadas las cosas de esa manera, en el entendido de que quienes irán a las mesas de votación lo harán porque “peor sería nada” entonces estaríamos ante un ejercicio azaroso, en esencia distinto la acción de elegir, sería una apuesta cara de entrada y minada de riegos en cuanto a su dinámica de ejecución y con el inmenso riesgo de que si algo llegan a ganar se lo arrebaten al dejar el Centro de Votación. Demos por descontado que los emponzoñados de alacrán ya ganaron, se habla de más de 60 millones de euros repartidos entre ellos. El resultado electoral, sea el que sea, no les quitará lo birlado, de todo lo demás, ante los ojos del país, ya están despojados. En cuanto a los que de buena fe y haciendo uso de su derecho participen y lleguen a obtener alguna posición, lo harán con una falla de origen, la duda de la mayoría será su estigma, aun en el caso de que ninguna prerrogativa personal les hubiera puesto en el riel de los acontecimientos ya referidos.
Una cosa es abstenerse de participar en una contienda electoral legítima (error estratégico) y otra es tomar distancia de las prácticas que confieren ilegitimidad e ilegalidad de origen a quienes las avalen. Los aspectos raigales de la nacionalidad y la ciudadanía no aceptan interpretación alguna, están taxativamente dichos en los documentos fundamentales de cada nación y toda práctica contraria a su aliento filosófico genera opacidad que aniquila la fe pública. No puedes llamar la gente al matadero “porque peor sería nada” pensando que verdugo y alacrán tienen lapsus piadosos.
¡Ah no! ¿Y entonces qué hacemos? -esgrimirán algunos como excusa. Ver, oír y olfatear para verificar cómo es que, en el tuétano nacional, se están multiplicando los anticuerpos de esta pandemia ¿una la vacuna? La vacuna no llegará caída del cielo, como la proponen los alacránidos, llegará con la nueva política y con la organización ciudadana entre las cuales, aunque nos parezca incierto, está esparcida la simiente del cambio. No el cambio que añoramos desde nuestros intereses y necesidades individuales inmediatas, que también llegará, sino el cambio estructural que este milenio viene insuflando en la conciencia de los pueblos de la tierra. Cuando la gente siente, como en nuestro caso, que ya basta de que otros nos representen, es porque la caravana hace mucho que avanza y eso incomoda al personaje del satén, el que lo tiene por el mango.

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Foto por GUILLERMO GARCÍA CAMPOS, Locación faro de Pampatar, Margarita, Venezuela

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