Crítica cinematográfica: "El sacrificio de un ciervo sagrado", tributo a la tragedia griega

El argumento

Los personajes de la cinta

Justo al terminar la cirugía, hay un plano en el que Steven se retira los guantes, y vemos como sus manos, a pesar de haber pasado por una operación de horas, están completamente cuidadas y limpias, protegidas por el plástico. Este simbolismo cobra sentido más tarde, cuando la madre de Martin, de quien hablaremos a continuación, le dice que sus manos son blancas y pulcras, lo que significa que como médico, tiene el don de la pureza y la sanidad. De todas maneras, es una vida la que está en ellas, por lo tanto, estas han de ser inmaculadas.

Martin (Barry Keoghan)

Para hablar de Martin, es indispensable conocer el complejo de oráculo que este representa en la historia. Contemplado en un adolescente cuyo padre falleció recientemente, a causa de una falla cardíaca que se había tratado previamente con Steven, Martin se plasma como ese sentido de culpa que el médico sabe que tiene, pero no lo llega a admitir del todo.

Martin es un niño que, al inicio del film, no parece normal. Es alguien que, sin lugar a dudas, necesita atención, y, Steven se la otorga a través de visitas que le hace en una cafetería, donde suelen almorzar, hablar sobre temas cotidianos, o cualquier cosa que le haga estar involucrado en la vida del niño.

Martin sabe que la muerte de de su padre, dos años antes del momento en el que se lleva a cabo la historia, se debe a la negligencia médica de Steven, y por ello lo persigue, haciéndole saber al doctor que él sigue ahí; por otro lado, Steven, en el fondo, sabe que no hay otro culpable sino él, aunque trate de escudarse tras frases tales como:

"Una cirugía nunca mata a un paciente. Un anesteciólogo puede matar a un paciente, pero una cirugía no."

Su amistad hace que, tarde o temprano, ambos quieran presentar al otro en sus correspondientes familias, por sus particulares motivos. Steven lleva a Martin a su casa, notablemente construida a través del buen salario que este obtiene como cirujano, y su esposa Anna (Nicole Kidman), quien es oftalmóloga.

En esta visita que Martin hace a la casa de los Murphy, conoce a Anna, y a los niños Kim y Bob. Algo que noté, peculiarmente en todas las interacciones de esta película, es que parecen premeditadas, como si todos estuviesen conscientes del rol que deben cumplir en todo momento. Dicen lo que otros quieren escuchar, o si no, aquello que saben que iniciará algo a partir de un comentario.

Kim (Raffey Cassidy), la hija mayor de Anna y Steven, no tarda demasiado en considerar a Martin un muchacho interesante, gracioso, por lo cual, comienzan a salir paulatinamente sin que sus padres lo sepan. Esta relación, eventualmente, nos hace pensar que todo lo que está a punto de ocurrir en la familia, es del conocimiento de ella, y que esta no hace nada para evitarlo, quizás porque no esté en su poder, o porque simplemente, estaba bajo la influencia de Martin, quien siempre le decía que iban a escapar juntos.

Martin también lo lleva a conocer a su madre (Alicia Silverstone), quienes viven en una casa más modesta. La madre, notoriamente se arregló para conocer al médico con quien su hijo suele salir de vez en cuando, e incluso, trata de seducirlo.

El oráculo de la tragedia

Una mañana cualquiera, la familia Murphy estaba preparándose para salir, cuando repentinamente, los padres se dan cuenta de que su pequeño hijo Bob (Sunny Suljic) no puede mover las piernas. Lo llevan a emergencias, donde le hacen una serie de exámenes que no dictaminan nada en concreto. Se presume que el problema es psicológico, pero los profesionales no se ponen de acuerdo.

Martin decide hacer una visita al hospital para conversar con Steven. Le explica, entonces, que algo está a punto de sucederle a su familia, pues si él le arrebató un miembro de la suya, es su momento de pagar. En la familia Murphy, el médico sería el único que no padecería de ninguna enfermedad, sin embargo, sus hijos y su esposa no correrían con la misa suerte; estos experimentarían una fuerte parálisis en los miembros inferiores (tal y como le acababa de ocurirr a su hijo menor), uno de ellos sufriría una falta de apetito que lo podría llevar a la muerte, y otro, experimentaría sangrado a través de los ojos. Steven debe escoger cuál de estos tres debe ser sacrificado, eliminado, extirpado, en función de salvar a los demás de la muerte inminente.

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El papel de la justicia divina

Cuando la enigmática enfermedad también va tras Kim, es evidente que no hay un por qué terrenal. Steven, que juega a ser "Dios", pretendiendo salvar vidas, cuando en realidad es un médico negligente y despreocupado con sus pacientes, debe ahora enfrentar su mayor desafío, salvar a su familia.

Eventualmente, Anna, su esposa, le dice que lo más lógico es asesinar a uno de los niños, en vista de que luego ellos podrán engendrar a otro hijo. ¿Por qué le dice esto, siendo esta la madre? Bien, porque nos encontramos frente a una fuerte crítica a una sociedad robotizada y materialista, lo cual explica bien el método del director de hacer que sus personajes actúen tal y como si estuviesen carentes de sentimientos.

Martin es secuestrado en el sótano de la casa de Steven, donde este lo ata a una silla y lo priva de su libertad, tal y como si esto pudiese ser de ayuda. Le pide que pare, lo tortura, e incluso, llega a un punto en el que estuvo a punto de asesinarlo con una escopeta. Martin lo muerde, y luego se muerde a sí mismo, en una metáfora en la que su dolor es lo único que quiere sentir.

¿Cuándo exactamente los niños se dan cuenta de que solo uno de ellos debe sobrevivir? Exactamente, se desconoce el momento, pero cada uno de ellos haría cualquier cosa por ganarse el afecto de su padre, quien debe decidir entre cuál de los dos merece continuar con vida, más que el otro.

El padre, incluso, se dirige a la escuela donde ambos estudian, y habla con el director, en búsqueda de una respuesta que le ayude a solventar su dilema de a cuál de los dos prefiere, a lo que este le responde que no podría decidir.

Kim, quien más allá de estar enamorada de Martin, quiere ser la hija que sobrevive, busca atención del joven para que le regrese la vitalidad a las piernas y así puedan huir juntos. Pero este, realmente, no forma parte del plan de Martin.

Por otro lado, Bob, quien termina siendo el que sufre de una hemorragia en los ojos, decide cortar su cabello para agradar más a su padre, arrastrándose por la casa en búsqueda de unas tijeras, y luego, pidiéndole perdón por no haberlo cortado en el momento en el que se lo había pedido.

La decisión final

La deshumanización de los personajes es lo que los lleva, tarde o temprano, a la destrucción. No existe un afecto verdadero entre ellos, a pesar del vínculo sanguíneo que los une.

El matrimonio decide velar por sus propios intereses, pretender que todo irá bien una vez que haya acabado todo este obstáculo. Por lo tanto, deciden, finalmente, que la muerte de uno es la mejor opción para no sacrificar el bienestar de la familia. Aún así, la forma en como se escoge al miembro a ejecutar no es del todo meditada, es arbitraria. Steven se cubre los ojos y da vueltas para perder la noción de hacia dónde apuntará con su escopeta, y así se libra de la culpa de haber seleccionado a uno sobre el otro, dejándole, de nuevo, la culpa a otro ente que no es él, sino el azar.

Es entonces como es evidente que, a pesar de todo lo ocurrido, esta familia prefiere ocultar sus errores, sus negligencias y sus fallos, y deciden seguir adelante tal y como lo han hecho todos estos años. Ni siquiera un sacrificio es capaz de enmendar todas estas faltas. Lo más importante es aparentar, sin importar que sus actos puedan significar algo grande para otros no tan privilegiados, como lo fue la muerte del padre de Martin, por ejemplo.

Referencias al cine de Kubrick

En el transcurso del film, notamos en reiteradas ocasiones, planos que se asemejan a la estética del director norteamericano Stenley Kubrick, y que resaltan lo mejor de su forma de contar historias en cuanto al terror se trata.

Escena al inicio del film, cuya estética nos recuerda a la frívola fiesta del inicio de "Ojos bien cerrados" (1999), y en la cual, incluso Nicole Kidman usa un vestido muy similar.

La milimétrica simetría

El uso de planos simétricos es, sin duda, uno de los mejores referentes en la cinematografía de Kubrick. En esta película, se ve reflejada esa estética en reiteradas ocasiones:

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El tributo a una tragedia griega en tiempos modernos

Steven, tal y como le ocurre a Edipo en la tragedia de Sófocles, "Edipo Rey", sufre de soberbia, este es su móvil, su pasión y su más recurrente error. El hecho de que un oráculo le haya predicho que uno de sus hijos morirá por causa de sus propias manos, o que de lo contrario sufrirá toda la familia, no le hace redimirse ni tomar consciencia sobre su negligencia y su tácita arrogancia.

"El sacrificio de un ciervo sagrado" no es solo un tributo a una tragedia griega, trasciende de ella y se adapta a los tiempos actuales, y a la forma de impactar al lector con su forma de interpretar las cosas. No es un film que guste a todo el mundo, ni mucho menos agradable o contemplativo. Es un film crudo, que lleva la ficción a otro nivel y parte de lo clásico para presentar una obra maestra que termina por hacerte reflexionar sobre si la humanidad aún tiene salvación, o si ya estamos definitivamente hundidos en un pensamiento narcisista y materialista.

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