Apuntes sobre la divinidad de esa mujer

Lina es rara. Sé que cuando la veo me pongo un poquito loco y a la vez bobo. Pierdo el celular, me tropiezo en la calle con la gente por estar pensándola, se me olvida hacer diligencias.

Lina hoy subió una foto a su Instagram con la espalda desnuda. Su espalda es blanca, blanquísima, intentando ser casi un lienzo dando la bienvenida a un amante o un mal poeta como yo. Entonces mientras reviso todo su perfil, me pasa lo de siempre con ella, se me escapa un corazón.

Sí, dije que Lina es rara y no desarrollé esa idea porque es que hasta pensándola me pongo tonto. Siempre me han gustado las mujeres raras, me parecen más sensuales y llamativas carnalmente, es algo que no me explico.

Hoy la ví, nos miramos de lejos, me lanza besos y se muerde los labios, es totalmente inesperado para mí, como soy muy tímido no supe qué hacer, si acercarme o devolverle el beso, pero decidí no decidir...

Quedamos en ver una película, por sus gestos y forma de gesticular comienzo a entender que le gusta el sexo, o sea, a todos nos gusta, pero es algo como respirar, sabemos que es necesario y nos da placer, la diferencia es que muy pocos como yo, disfrutamos de pensar en el sexo como un universo de contenido, saber que el sexo es placentero por una razón más allá del coito, que podemos pasarlo a planos donde la caricia puede convertirse en un hermoso acto salvaje y el insulto en una divinidad poética sin cambiar las palabras, solo los conceptos, imagino que Lina es así, pienso en su espalda, tan pura y bienvenida para los masajes.

Me pregunta si sé dar masajes, obviamente digo que sí y me pide que acceda a sus pies que los siente cansados. Poco a poco mis manos exigen subir y recorrer sus piernas, entonces me dice que pare y que mejor en la espalda, entonces sigo como un masajeador profesional que no soy y voy tocando ligeramente con mis antebrazos sus nalgas. Es que de verdad amo su forma de pensar sin saber en realidad como piensa, sé que ama el sexo como yo, podríamos inventar un nuevo idioma basado en el sexo.

Se voltea y pide que acaricie sus senos, que los estruje. Y el momento exige besarnos y dedicarle poemas con nuestros besitos en la oscuridad.

Es lo bonito de estas cosas, no saber como es Lina en verdad, hemos hablado muy poco, no sabemos casi sobre los gustos del otro ni que hacemos cuando no coincidimos y tal vez eso hace que ella me encante más, tanto que ya mi masaje va por sus nalgas blancas como una nube que disfruta ser contemplada.

Ella es el gemido que me convierte en un Dios, ama mis masajes, nuestra última noche es literatura legendaria hecha carne, flores sembradas son mis manos sobre su espalda en la plenitud de nuestros orgamos, su boca en mi sexo, contemplar la luz en su espalda es mi nueva forma de respirar, nuestro beso es el dolor que nos gusta sentir porque sabemos que nada es para siempre. Nunca supe que es la vida hasta que tatuamos nuestros flujos sobre nuestras pieles, hasta que sonreímos después de esa obra de arte que comenzó con una mirada evocando mis manos para ella, hasta que nos miramos y supimos que este era nuestro lenguaje. Para mí eso es la vida.