Hoy haré algo que no suelo hacer, les contaré un poco sobre algo que sucedió en mi vida -si, esa que esta fuera de este cibermundo- y es que creo que es bueno contarles porque hay una moraleja para lo sucedido.

Y el día pasaba, luego de estar de aquí para allá solucionando varias diligencias personales, cuando estoy ya lista para volver a casa, observo que frente a un automercado están muchas personas tratando de organizarse para comprar.

Para cuando logré averiguar qué estaban vendiendo y cuál era el costo -porque necesitaba saber si me alcanzaba con lo que tenía en la cuenta para no perder mi tiempo-, pues ya parecía que las personas en la cola se habían triplicado.

Hice lo propio y me fui a colocar al final de la fila, un señor me pregunta si soy la última y al confirmarlo se colocó después de mí. Era de edad algo avanzada, algo así como para que las canas dominaran su pelo y el cuerpo le pesara más que un matrimonio obligado, pero era gentil y un buen interlocutor.

Yo, como siempre, saltando de un tema al otro sin problema alguno, se me ocurrió tocar el tema de lo poco que se puede comprar de comida con el sueldo actual y eso dio pie a que sus ojos aguados eran evidentes.

Al notar mis silencios, él bajó la voz y me dice que, aunque yo no se lo estaba preguntando, él justamente estaba en esa cola porque no le quedaba absolutamente nada que comer en su casa y le acababan de depositar apenas lo suficiente para pagar el combo de productos que allí estaban vendiendo.

---

Conste que el combo apenas constaba de dos kilos de arroz y un kilo de pasta.

---

Luego de aproximadamente dos horas de cola, ya estaba a punto de pasar a comprar y justo en ese momento nos notifican que está por acabarse y que pasarán las personas por grupos de diez en diez hasta agotarse.

Nos hacen pasar y nos detienen a mi y al señor porque no podemos entrar con bolsos...

¡POR DIOS!
¿¿¿Por qué no me lo dijeron dos horas antesssss???

^--->

El señor se echo a llorar y no tuve corazón... yo le dije que confiara en mí, que yo me quedaba allí, a la vista de él en la puerta del automercado y que pasara a comprar primero.

Para cuando el señor pudo pagar y salió, pues ya no había nada.

Tenía una mezcla de molestia... decepción... o que se yo, y a la vez de alegría y satisfacción. No sé si me logre explicar, pero la mezcla de sentimientos de ese día fue una agridulce locura.

Es como sentirte bien y mal a la vez, con los ojos aguados sin saber si es a causa de la empatía o la impotencia de no poder hacer más. Aunque no he de negarles que no poder comprar esos artículos luego de tanto sacrificio fue frustrante.

Pero no me arrepiento, porque gracias a Dios nosotros justo ahora tenemos que comer, poco pero tenemos... así que soy feliz por eso y soy feliz porque ese señor ahora si tiene que comer.

---

^{Post-data: No hago este post por parecer una buena persona sino por compartir la experiencia esperando aupar a otros a apoyar a los demás en la medida de nuestras posibilidades.}

---

---