Brie Larson me sorprendió gratamente por su papel en Room con el cual ganó gran cantidad de premios, incluido el Oscar. Aunque la había visto antes en papeles menores, no volví a verla hasta Captain Marvel, película que no me gustó tanto, aunque sí su actuación. Pero cuando me enteré de la existencia de Unicorn store y supe que era protagonizada y dirigida por ella, quise verla. La gente de Netflix ha estado apostando en tiempos recientes a producciones donde incluyen a grandes nombres del cine (Sandra Bullock en Birdbox, Ben Affleck en Triple frontier) y los actores y actrices, a su vez, desean participar en los proyectos de esta plataforma; así que dije: Bueno, si Brie Larson la dirige y la protagoniza, no puede ser tan mala. ¿Fue acertada la intuición? veamos.

Unicorn store es una comedia fantástica que cuenta la historia de Kit (Brie Larson), una artista nada convencional con una personalidad bastante excéntrica. Tras fracasar en su intento de ingresar a la escuela de arte, regresa a casa con sus padres y ante las preguntas de estos sobre su futuro, su vida, etc, Kit acepta un trabajo temporal en una oficina. Kit pinta. Y lo hace de una manera particular: colores, muchos colores, brillo, escarcha, sin líneas rectas, todo en un aparente caos que refleja impulso, pasión, libertad... por eso no logró ingresar a una escuela moderna de arte con profesores bastante exigentes y cuadrados. ¿Por qué cree que le va a ir mejor en una oficina? Las oficinas son cementerios de poetas, de artistas, pero Kit ha decidido "madurar", tener una vida de "adulta".

Al principio, todo parece ir bien, a pesar de lo aburrido que puede parecer el lugar, pues su aire distinto parece ser lo que la empresa necesitaba. Hasta que un día recibe una misteriosa carta de una tienda en la que se vende "lo que necesitas". Dudosa al principio, la recepción de otras misivas la convence de ir al lugar llamado "The Store" ("La tienda"). Allí conoce a un extraño personaje, el vendedor (Samuel L. Jackson), quien le ofrece la oportunidad de cumplir el sueño que ha tenido desde la infancia, pero para el cual deberá demostrar estar lista: tener un unicornio.

El vendedor aclara que no se trata de una metáfora, sino que literalmente le dará un unicornio que no puede mostrarle porque lo recibirá cuando esté lista. Entonces Kit comienza, por un lado a esforzarse en su trabajo de oficina y por otro a prepararse para recibir su unicornio: compra heno, hace construir un establo, debe armonizar la relación con sus padres porque los unicornios necesitan amor, etc. En este proceso conoce a Virgil, un empleado de la ferretería que le ayuda con el establo y que, de a poco, se va convirtiendo en más que un amigo.

La película tiene diálogos divertidos y escenas graciosas, provocada más que todo por lo peculiar de sus personajes (Kit y el vendedor, principalmente) y va tratando temas como la individualidad, la aceptación, las relaciones familiares, los sueños de la infancia, la madurez, esa transición de la adolescencia a la edad adulta, la amistad, la fe, todos ellos temas importantes sobre los que se puede reflexionar durante un buen rato. Y sin embargo, la cinta no cuaja, no termina de convertirse en un buen producto.

Me gustó la escena en la que Kit hizo una presentación para su empresa, muy a su colorido y artístico estilo, siendo despedida a causa de ello. La oficina no es su mundo, es un universo muy lógico, analítico, encerrado, cuadrado, como lo quieran llamar, como para que sus ideas y su personalidad de pronto vayan a cambiarlo todo. Me gustó también el vestuario de Kit, toda esa ropa llena de franjas de colores, nubes, arcoiris, telas de pijama, son muy acordes a su personaje. Ahora bien, primero pensé que intentaban mostrar el síndrome de Peter Pan a través de Kit, luego en una emotiva escena vi cómo Steve, su unicornio y amigo imaginario de la infancia, fue de vital importancia en su vida porque era el único que la amaba por como ella era. Esta revelación es algo dura, porque refleja soledad en la niñez y una falta de amor, un vacío, que llenó con un ser imaginario que aún de adulta mantiene vivo en su mente.

Cuando Kit acude con Virgil a la tienda y todo ha desparecido, llegué a pensar que quizás Kit tuviese algún trastorno esquizofrénico, que sufría de alucinaciones y que, en realidad, todo el asunto de adquirir un unicornio era una forma de aferrarse a su lado soñador, mágico, artístico, o algo así. Pero entonces, casi al final, Kit llega a la tienda y allí está su unicornio. Las palabras que Kit dice al mítico animal, recordando a Steve, son bastante emotivas y parecen sugerir la aceptación del crecimiento, como si Kit dijera O.K., ya soy grande, no puedo seguir creyendo en unicornios, en una especie de monólogo en su subconsciente. Pensé que era eso, una fantasía de su mente; pero entonces vemos a Virgil presente, admirando el unicornio. Entonces ¿el animal es real? por lo visto, sí.

Es una comedia y como tal, tiene algunas escenas divertidas. La dirección, el guión, el montaje, todos esos elementos técnicos son aceptables: no muy buenos, pero he visto peores. La actuación de Larson es buena, pero su éxito radica en que el personaje de Kit es encantador, sobre todo cuando se mantiene fiel a sí misma. Hay poco más que destacar. Sé que es una comedia con elementos fantásticos y que pretende hablar sobre esa magia que el niño no puede perder al convertirse en adulto, pero no sé, siento que me habría gustado un poco más si todo el asunto del unicornio hubiera sido producto de su imaginación. Sin embargo, muchas escenas y giros de la trama son materia de análisis y reflexión sobre diversos y atractivos temas, como la identidad, qué nos hace ser nosotros, el apoyo de los seres queridos, crecer, la resignación, entre otros; por lo que siento que, aunque no me gustó mucho la película, me gustó el fondo. Así que entre ese gustar a medias, pues la calificación va a medias también: 5/10 puntos, para una película que seguro dividirá la opinión de los espectadores tanto como la mía, por carecer de esa magia de la que tanto habla.