El libro negro (Película): la crueldad de los vencedores.

in #spanish5 years ago (edited)

Fue estrenada en 2006

La segunda guerra mundial no fue sólo un episodio de nuestra historia como humanidad, o una historia en sí misma: fue un árbol de historias. Debido a su duración y a la extensión geográfica del conflicto en el que se vio sumergida prácticamente toda Europa, la gran guerra como la llaman algunos, tuvo episodios tristes, trágicos, felices, dramáticos, violentos, todos ellos memorables, ocurridos en países tan grandes como Francia, Alemania, Inglaterra o Rusia, pero también en naciones pequeñas como Hungría, Austria, Bélgica o los Países Bajos. Vale la pena aprovechar la ocasión para aclarar que decir Países Bajos y decir Holanda no es exactamente lo mismo. Tradicional y erróneamente usados como sinónimos, ambos nombres se refieren a cosas diferentes: Holanda es una región de los Países Bajos, pero este último es el nombre oficial del país. De igual manera, el idioma oficial no es el holandés (que es más bien un dialecto) sino el neerlandés (en este idioma, el nombre del país es Nederland).

Se ha aclarado lo anterior para poder contar que en el 2008 el público votó a Zwartboek (Black book en inglés y conocida en español como El libro negro o La lista negra) como la mejor película de la historia de los Países Bajos y es el mayor éxito cinematográfico de la nación. Ambientada en la época de la segunda guerra mundial, la historia es grosso modo, como sigue: Rachel Stein es una judía que vive escondida en la casa de una familia holandesa. Es el año de 1944 y el país está ocupado por el ejército alemán que ha comenzado la persecución y el exterminio de los judíos. Después de que una bomba destruyera la casa de esa familia (Rachel estaba ausente), la mujer huye a La Haya, se reencuentra con su familia y se las arreglan para huir en bote, junto a otros judíos clandestinos, apoyados por la resistencia neerlandesa. Pero tristemente, son emboscados por las SS y asesinados a sangre fría. Todos menos una: Rachel. Herida, muerta de hambre y frío, huye por el río, es rescatada por un granjero que la conduce a la Resistencia y decide unirse a ellos, bajo una nueva identidad y con un nuevo color de cabello: la rubia Ellis de Vries.

Como parte de los combatientes, Ellis tendrá la peligrosa misión de infiltrarse en el Cuartel General Nazi, seducir al Hauptsturmführer (capitán) Ludwig Müntze y obtener información. A partir de allí comienzan los altibajos de una historia que alterna momentos de esperanza, de lucha, de alegría incluso, con escenas dramáticas, violentas, tensas y desmoralizantes: Ellis trabaja como secretaria para el mismo hombre que asesinó a su familia; aprovechando su pasado como cantante en Berlín, canta también en las fiestas y recepciones de los alemanes; inicia un romance con Müntze, quien lo perpetua a pesar de darse cuenta de que ella es judía; miembros de la resistencia son atrapados, hay traiciones, emboscadas, asesinatos, secuestros, planes que salen mal, romance, lealtades, pero sobre todo hay un rasgo que destaca: el deseo de sobrevivir. Tanto de un lado como del otro.

La película consigue mostrar que durante la ocupación alemana, los neerlandeses (no judíos) no tuvieron una actitud general o una única postura, al igual que los nazis. Muchos de los primeros arriesgaban su vida para ayudar a los perseguidos, les daban guarida, comida, los ayudaban a escapar, pero otros los evitaban para no meterse en problemas, o incluso los aborrecían y se volvían cómplices del bando opresor, que se creía triunfaría; por otro lado, algunos oficiales alemanes no eran antisemitas tan entusiastas y se preocupaban más de su futuro y de lo que les ocurriría pronto porque empezaban a ver que la guerra acabaría y ellos no serían los vencedores; en medio, estaban los judíos exiliados, errantes, ocultos, disfrazados, que sólo deseaban que el terror terminase y que, como Ellis, hicieron todo lo que estuvo en sus manos para sobrevivir.

Uno pensaría que siendo una película sobre la segunda guerra mundial, debería terminar al acabar el conflicto. Pero no es así. Cuando Alemania se rinde, a la cinta aún le resta más de media hora, ¿de qué? De un retrato poco amable, pero real, que el director Paul Verhoeven muestra en el film y que fue una experiencia repetida en otras latitudes tras el conflicto: el flagelo de los propios. Con los alemanes derrotados, la gente se abalanza a las calles celebrando el fin de la guerra, pero también salen a cazar brujas, a perseguir no sólo a los nazis sino también a sus colaboradores y a todos aquellos que se las arreglaron para sobrevivir bajo el ala protectora del Reichstach en los años previos. Y lo más duro es que esta sed de justicia (que no es más que venganza despiadada y sed de sangre, de desahogo exacerbado) se proyecta sobre sus propios compatriotas con igual (quizás mayor) crueldad que la demostrada por los invasores. La propia Ellis, en manos de sus coterráneos, sufre más humillaciones que cuando estaba con los nazis o incluso antes cuando era una judía oculta.

Todo ello me recuerda la frase que dice que "en la guerra no existen vencedores", ¿quién puede hablar de ganar o perder cuando las opciones son la muerte, la venganza, la humillación y la ignominia? La película muestra entonces el lado menos amable de los buenos y el menos sórdido de los malos, sin dejar de reflejar también los rasgos más característicos de ambos bandos en el imaginario colectivo, componiendo una imagen bastante completa; y la escena final acentúa la idea de que la guerra nunca termina. Una buena dirección y un buen guión (tanto, que luego la historia fue editada en libro, bajo el sello El Aleph en español) que mezcla holandés, inglés, alemán y hebreo y que sustenta buenas actuaciones con rostros familiares. Aquellos acostumbrados al cine europeo reconocerán a Sebastian Koch (de La vida de los otros) como Ludwig Müntze y a Christian Berkel (La caída) como el Gral. Käutner; pero los más jóvenes y de gustos más populares, también verán a un joven Michiel Huisman, Daario Naharis en Game of Thrones, en un papel pequeño. Y claro, si la protagonista Carice van Houten (Rachel Stein / Ellis de Vries) se les hace familiar es porque la han visto recientemente muchas veces, sólo que bajo la figura de una seductora sacerdotisa roja, conocida como Melisandre.

En general se trata de una muy buena película de acción con tintes de otros géneros y una de las mejores que he visto sobre la segunda guerra mundial, tema que ha dado innumerables producciones cinematográficas y literarias, no siempre a la altura. De gran ritmo y con situaciones comprometedoras, es una buena opción tanto para los amantes de las historias bélicas como para los fanáticos de los dramas. En mi consideración, es una cinta de 7,5/10 puntos y una historia que sin ser una joya del cine, no defrauda y cumple con mantener al espectador pegado a su asiento, a la espera de qué más puede ocurrir, a la vez que le hace reflexionar sobre la guerra, el hambre, la supervivencia, la crueldad, la indiferencia, la solidaridad, el amor y sobre todo, sobre esa línea a veces inexistente que existe entre esos dos conceptos llamados el bien y el mal.

Reseñado por @cristiancaicedo



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Interesting movie. Thanks for bringing it to our attention.

Thanks for reading me.

¡Extraordinaria reseña! Lamentablemente las producciones europeas, con excepción quizás de España, Francia, Italia y Reino Unido, no son muy conocidas o valoradas por estos lados, probablemente porque no suelen generar grandes niveles de recaudaución como las obras de Hollywood, además la situación venezolana es muy ruda y el cine no es inmune a ello. ¡Saludos!

Sí, son poco difundidas de este lado del mundo. Y es más grave en el caso de Venezuela. Sin embargo, una de las bondades de Internet es poder acceder a estas películas alemanas, polacas, suecas, belgas, incluso iraníes, afganas, que son muy buenas. Saludos y gracias por leerme.

Gracias @cristiancaicedo. Fue un placer leerte

Me encanta cómo está de elaborado el post. Es bastante interesante ver cómo logran hacer estas películas reflejando hechos históricos.

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