La ensoñación implica pasar al otro lado del espejo. Y en lugares tan evocadores como este Desfiladero de las Xanas que nos muestras debe ser de lo más fácil. De todos modos, lo que permanece ahora en mi cabeza tras leer el texto es la imagen del cura ahuyentando a la nube batiendo en mano su zapato, je, je.
El problema de asomarse demasiado al otro lado del espejo, es que lo que veamos puede gustarnos más que lo nos aguarda a este lado. Esa tradición del zapato es real y aunque parezca mentira, no diría yo que no haya todavía alguna aldehuela donde no vuele alguna madreña..