Cuentos Alfabéticos del Gato - Letra F: Fátima, la mujer Faisán

in #spanish6 years ago (edited)

¡Hola a todos!

Continuando con la serie de cuentos alfabéticos (tenemos uno por semana) hoy les traigo la letra F:

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Había una vez, en un lugar muy lejano, en una época tan antigua como el mundo mismo, un reino que vivía en paz y armonía gracias a que su reina cuidaba de que todos sus súbditos tuvieran cuanto necesitasen para vivir felices.

Gracias a la buena voluntad de la soberana, las cosechas abundaban, las riquezas parecían llegar como por arte de magia y las familias vivían felices y celebraban grandes fiestas después de las últimas jornadas de trabajo de la semana.

Pero un maléfico día, un evento desafortunado cambiaría para siempre la vida en aquel lejano reino.
La reina Fátima, al no tener esposo, organizó una gran fiesta para elegir a su futuro consorte entre los invitados. Tanto nobles como campesinos, de este y otros reinos vecinos habían sido invitados al festín. Todos eran bienvenidos. Todos se ataviaron con sus mejores galas para asistir al palacio.

La fiesta duraría tres días. Personas de las cuatro grandes regiones del mundo acudieron a aquel evento histórico. Todos, menos uno.

El temible marqués de Fiordor, un malvado hombre en cuyo feudo la gente era oprimida y sufría sus injusticias, llevaba mucho tiempo ambicionando poseer las prósperas tierras de Fiodora, el reino de la reina Fátima, para aumentar su riqueza personal. Vio en esta fiesta la oportunidad para pedir la mano de la reina y hacerse con el botín.

El hecho de no haber recibido invitación no sería impedimento para el cruel marqués aparecer en la fiesta y arruinar la diversión de todos.

Entretanto, un joven aventurero, un viajero de los prados del norte, que conocía el mundo y había vencido mil peligros y luchado en mil batallas, se enteraba también del gran suceso. Su nombre era Fedor. Desde que había desembarcado en el reino de Fiodora y había visto el rostro de su soberana, se había enamorado en secreto de este hermoso ser. Sin embargo, no había sido una persona muy honesta que digamos, había robado tesoros y emboscado viajeros incautos, estaba siendo buscado en todo el mundo por sus fechorías. Por esta razón, su amor era imposible, pero podía usar sus habilidades para escabullirse en la fiesta y poder ver el rostro de su amada, quizá incluso intercambiar con ella algunas palabras, antes de proseguir su viaje hacia las Islas del sur.

Finalmente, el día esperado por todos llegó. Durante el primer día, Todos los pretendientes a la mano de la reina se presentaron ante ella con variopintos regalos y elogios. Algunos de ellos eran costosos, dignos de un emperador. Otros eran muy humildes, como cosas hechas por los mismos pretendientes, con sus propias manos, o piezas de caza o cosechas. La reina recibía absolutamente todos los regalos con la misma gratitud y alegría, sin distinguir el costo en dinero de ellos. La reina Fátima valoraba más la autenticidad, y prefería mil veces una pequeña flor entregada con sincero cariño que una joya de las manos de quien tiene segundas intenciones.

Una flor es lo que Fedor le hubiera gustado entregarle. Pero no se atrevía por miedo a ser reconocido por los guardias reales.

Durante el segundo día, La reina bailó en el gran salón de cristal (una amplia bóveda construida con el más fino cristal, con candelabros de cristal gigantescos que colgaban de las columnatas de piedra revestida de oro, de manera que cuando anochecía se podían apreciar las estrellas si el tiempo lo permitía.

Aquella noche era hermosa, y todos los pretendientes a la mano de la reina pudieron bailar con ella, no solo los nobles, sino todos.

Otra vez, Fedor no se acercó, limitándose a observar desde un rincón alejado.

Al finalizar el último día, cuando las campanas del reino anunciaban la medianoche, la reina debía anunciar su decisión. Pero de pronto, la puerta del salón de cristal se abrió haciendo un ruido metálico muy de mal augurio. Por el umbral de la puerta, se vislumbró la temible sombra del marqués de Fiordor.

— Oh vaya, parece que he llegado un poco tarde. — Tronó. — Es una lástima que mi invitación se perdiera en el camino.

— Lamento decirle mi señor — respondió en tono muy serio la reina — que su merced no ha sido invitado. Esta es una fiesta, un evento feliz, y bien sabido es cuánto odia usted ver a la gente feliz.

— Su magestad me decepciona terriblemente — respondió Fiordor — Pensé que la cortesía era un valor muy apreciado en su reino. Pero seamos honestos. Ninguno de los mequetrefes que se encuentran aquí hoy en su palacio merece vuestra atención. Todos vienen únicamente por la comida, la bebida y la diversión. Ninguno la aprecia como lo hago yo.

Todos en la sala podían sentir la falsedad de aquellas palabras. Fedor, sintiendo un mal presentimiento, se dirigió sigilosamente hacia la puerta para poder actuar si la necesidad surgía.

— Como regalo, mi señora, le ofrezco mi reino y mi castillo, y por supuesto, mi protección y compañía. Y espero de usted que sea justa y me conceda un baile, puesto que ha sido capaz de concedérselo a estas… Personas.

— No necesito bailar con usted — contestó enfadada la reina — para saber que no quiero ni querré nunca casarme con usted. Vuelva por donde vino. No toleraré más insultos hacia mis invitados.

Ante esto, la máscara de amabilidad del marqués se cayó por completo. Levantando su horrible cetro, pronunció unas extrañas palabras, y una luz de horrible color verde salió del cetro y cual tentáculos hambrientos se dirigieron a la reina.

— Como quiera su majestad — Exclamó Fiordor ante el pánico de la gente.

Entonces, cuando las luces se apagaron, la reina ya no estaba. En su lugar se hallaba un hermoso faisán dorado, que miraba a su alrededor con ojos tristes y asustados.

— Solo hay dos formas de romper mi hechizo. O aceptas casarte conmigo, o recibes el beso del verdadero amor. Yo me encargaré de que lo segundo no suceda nunca, pues vendrás conmigo a mi castillo. Solo tienes tres días para aceptar, pues cuando al tercer día el sol se ponga, serás faisán para siempre.

Entonces los esbirros del marqués entraron en el palacio para llevarse a la reina. Los guardias intentaron impedirlo. Pero fueron todos aniquilados, causando pánico entre los asistentes, algunos intentaron huir, otros luchar, otros se quedaron paralizados. Algunos también murieron en la contienda. La mala nueva se esparcería como pólvora por todo el mundo.

— ¡Pues seré faisán para siempre, pero no me casaré contigo! — chillaba la pobre reina mientras se la llevaban con tal brusquedad que hasta le arrancaron algunas plumas.

Fedor sabía que si la reina tenía alguna esperanza, esta residía en él, pues nadie se atrevería a aventurarse en el feudo de Fiordor. Nadie excepto él. Así pues, haciendo uso de una capa de la invisibilidad que un mago, antiguo amigo suyo, le había regalado, consiguió escabullirse en la comitiva siniestra de Fiordor y no perder de vista a la pobre reina.

Cuando llegaron al lúgubre castillo, el marqués mandó encerrar a la pobre ave en lo más alto de la torre oeste, para que pudiera ver el sol ponerse durante los próximos tres días.

Fiordor no tenía ni idea de que Fedor se hallaba entre ellos. Por suerte para él, el suelo era de piedra y no podía dejar huellas que lo delatasen. logró meterse en la fría celda junto con el ave, esperando el momento oportuno para revelar su presencia.

Cuando estuvieron solos, la reina-ave se puso a llorar desconsoladamente, ignorando por completo que Fedor estaba ahí.

— No llore más, mi reina, aún hay esperanza. — Dijo Fedor, descubriéndose.

— ¡Oh Dios! ¿Pero quién es usted?
— No soy nadie digno de su presencia, su majestad. Solo un simple ladrón. He visto cuanto ha acontecido en su palacio y os he seguido con la esperanza de que me permitiese ayudarle.

— ¿Y cómo puede usted ayudarme? No tengo verdadero amor todavía, solo tengo tres días y estoy encerrada.

— En cuanto al amor, le aseguro que lo tiene y este llegará en el momento propicio. Por lo demás, yo puedo ayudarla a salir de aquí, volver en secreto esta misma noche a su castillo, para que tenga tiempo de besar a todos los habitantes del reino si es preciso, hasta que encuentre usted aquel que rompa el hechizo.

— Se lo agradezco, pero no, no esta noche. Fiordor puede enterarse y poner en peligro a mis súbditos. Mañana, cuando se ponga el sol, obraremos.

Aunque la reina se sintió tentada de acceder, temió que fuese una trampa de Fiordor. Aunque sentía que podía confiar en él, Fedor seguía siendo un malhechor, y Fatima quería conocerle más antes de confiar en él.

— así pasó toda la noche y todo el día siguiente, en el que Fedor compartió historias de su vida con la reina-ave, y poco a poco la confianza y el cariño empezaron a surgir.

Al llegar la noche, hombre y ave se dispusieron a escapar. Gracias a la capa de la invisibilidad entregada por el mago, y a una llave mágica capaz de abrir cualquier puerta (esta última sí la había robado) la tarea fue relativamente sencilla. Pronto estuvieron fuera de los muros del feudo y allí Finn, el fiel corcel de Fedor, les esperaba. Decidieron atravesar el bosque y evitar los caminos para no ser reconocidos, y antes del amanecer, llegaban otra vez al castillo.

Al entrar en el palacio, vio Fedor que los pretendientes y los invitados no se habían ido. Algunos parecían desolados por lo sucedido, otros hablaban y debatían sobre lo que había que hacer, pero todos seguían comiendo, bebiendo o durmiendo a expensas de las bondades de la reina.

Al entrar, fue reconocido por los guardias, quienes le apuntaron con sus lanzas. Pero entonces, el faisán asomó la cabeza bajo su capa, ante la atónita mirada de todos, alabando la valentía de aquel joven que la había rescatado.

— Rápido, ciudadanos de todos los reinos. No tenemos tiempo que perder. Solo me quedan dos días para encontrar a mi verdadero amor, antes de que Fiordor se dé cuenta de que escapé y venga aquí de nuevo. Guardias, esconded a mujeres y niños, pues estoy segura que Fiordor es capaz de invadir la ciudad. Todos los demás… Tengo que besarles.

Ante la disparatada oferta, los pretendientes se pelearon por colocarse en fila, logrando todos los nobles ponerse primero.

Y así transcurrió el segundo día. Uno a uno, la reina besó a Reyes, príncipes, varones, duques, condes y marqueses, pero nadie podía devolver a la reina su forma humana.

Durante la noche, besó a médicos, abogados, maestros y tutores. Nadie podía romper el hechizo. Continuó con los militares, guardias y soldados. Misma suerte. A su lado, Fedor debía ocultar su dolor pues sentía que él tal vez podría romper el hechizo, pues la amaba, pero nadie aceptaría desposar a un delincuente, nadie dejaría siquiera que se acerque a la reina. Y si por alguna razón fallaba, probablemente sería encarcelado y burlado por su osadía.

Al amanecer del siguiente día, besó a granjeros, campesinos, comerciantes y pastores. Tristemente, el resultado fue el mismo. Cuando literalmente todos los hombres de todos los reinos hubieron probado suerte, ya era el atardecer, y la reina Fatima seguía siendo faisán.

— Mi señora, — le dijo el consejero real — Ya hemos intentado todos, y no hay resultado. ¿Qué podemos hacer ahora? solo unirnos en una guerra sin tregua contra el maldito Fiordor.

— No han intentado todos — respondió la reina — Aún falta una persona. Fedor.

Sorprendido, Fedor bajó la mirada.

— Yo mi señora, no me atrevería.

Algunas personas no se callaron: « ¡Pero si es un delincuente! » decían.

— Inténtalo. No me rendiré hasta tener la seguridad de que quemé todas las posibilidades.

Nervioso, Fedor se acercó a la reina. Pero, justo cuando sus labios iban a rozar el dorado pico del ave, las puertas del castillo se volvieron a abrir. Fiordor Había llegado.

— ¿Creíste de verdad que te escaparías tan fácilmente de mi?

Fiordor levantó su cetro y lanzó una llamarada verde hacia el ave. Fedor cogió a la reina y esquivó el rayo mortal.

Los guardias se lanzaron contra el marqués, pero este los fulminó con su rayo. Sin embargo, esto le dio tiempo a Fedor de desenvainar su espada y encestar un golpe a Fiordor. Falló, pero en su lugar, logró partir en dos el cetro, dejando al cruel marqués sin poder mágico.

— ¿Cómo es posible? — Exclamó el marqués.

— Mi verdadero nombre es Ferin El blanco, soy un mago de tercer grado, embajador de la luz. Esta espada ha sido forjada por los enanos de Furemir y es inmune a cualquier tipo de magia oscura.

Dicho esto, el marqués lo interrumpió con un rugido de furia, pues la orden de los magos blancos había sido su enemiga desde muchos años, y había hecho todo lo que estaba en su poder para destruirla. No pensaba que aún quedasen magos con vida.

Así que Fedor, o deberíamos decir, Ferin, era en realidad un mago que había estado oculto para salvar su vida.

La batalla duró todavía mucho tiempo, y la reina Fatima veía con desesperación como el sol iba bajando hacia el horizonte.

De pronto, el marqués hizo una maniobra nada honorable con la espada, haciendo que el mago perdiera la suya. Con mirada asesina, se dirigía al mago para acabar con él.

— No podrás impedir que cumpla con mi cometido, ¡maldito impertinente!

Pero, justo cuando estaba a punto de convertir a Ferin en brocheta, la reina Fatima se alzó volando y clavó sus garras en los ojos de Fiordor, dejándolo ciego. En todo el palacio resonó su espeluznante alarido de dolor.

Luego bajó hacia Ferin y, justo en el momento en que el sol rozaba la línea del horizonte, le besó.

En ese instante, una bola de luz rodeó a la reina, levantándola por los aires y transformándola. Los rayos de luz atravesaron y pulverizaron al malvado marqués, liberando a las tierras del oeste de su temible opresión.

La reina volvió a ser mujer. Había encontrado al verdadero amor donde menos lo esperaba. Y lo mejor, es que el linaje y el honor de Ferin eran realmente dignos de su mano.

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Sort:  

Caray, no sé cómo haces para sacar un cuento de tanta calidad con tanta frecuencia jaja, keep the good work up ;)

Gracias por leerme siempre! este post estaba deprimido y desierto jeje :) que bueno que te haya gustado, la verdad tampoco sé como hago, supongo que es porque realmente no creo en el sindrome de la pagina en blanco :)

Hello @catherinegairard, thank you for sharing this creative work! We just stopped by to say that you've been upvoted by the @creativecrypto magazine. The Creative Crypto is all about art on the blockchain and learning from creatives like you. Looking forward to crossing paths again soon. Steem on!

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