Juana: la primera mujer convertida en Papa que fue borrada de la historia de la iglesia católica

Desde el principio de los tiempos siempre ha habido una preferencia en los hombres a comparación de las mujeres en el tema de la vida religiosa. Para nadie es una sorpresa que hace siglos el rol femenino ha sido minimizado, callado y hasta pisoteado. Consideradas insignificantes, brutas y servibles solamente para procrear hijos, cuidar la casa y servir la comida.

El hecho de que una mujer no puede optar para el sacerdocio, el obispo, cardenal y demás puestos importantes demuestra el rechazo de la iglesia católica ante la fuerza de una mujer. Pero, más allá de eso, ¿qué pensarías sí te digo que una mujer logró ser Papa? ¿Que alcanzó el lugar más importante de la vida de un hombre católico? ¿La mano derecha de Dios en el mundo? Me creerías loca.

Este caso es muy curioso, pues pasó en el año 822. Juana nació en Alemania, hija de un monje misionero. Desde muy pequeña tuvo siempre una fascinación por la religión y el estudio, prácticas obtenidas de su progenitor. Aprendió el griego para leer la biblia, ya que en ese tiempo no estaba traducida a muchas lenguas. Lamentablemente el estudio estaba reservado solamente a los monasterios, lugares donde solo podían acceder hombres (otro punto a recalcar ante el rechazo femenino).

De este modo y de ningún otro, Juana se vio obligada a disfrazarse de hombre para acceder a la educación que brindaban los monasterios, (otras fuentes afirman que entró al monasterio persiguiendo a un muchacho). Cual sea haya sido el motivo del por qué Juana accedió, adoptó de inmediato el nombre de Juan el inglés.

Rápidamente se destacó entre los demás teniendo calificaciones brillantes, escalando posiciones y finalmente siendo miembro de la Curia. Conoció al Papa Leon IV quien había quedado embelesado con su inteligencia, así que no pasó mucho tiempo hasta que el Papa la nombró su secretaria personal y la encargada de los asuntos internacionales. En esa época, el Papa no era elegido por los cardenales, así que al morir el Papa Leon IV, Juana quedó como su sucesora.

En aquel tiempo, el rol no era tan glorificado como lo es hoy en día. Los Papas eran elegidos por medio de la Curia y el pueblo, quien tuviera el patrocinador más jugoso e incluso a veces este puesto se podía comprar. A pesar de ser Papa y fingir ser hombre, Juana mantenía una vida sexual activa con el embajador de Sajonia en el Vaticano, y quedó embarazada del mismo.

Gracias a las túnicas grandes y anchas que los Papas debían llevar, pudo esconder todo su embarazo. Se dice que Juana estaba pensando tener a la criatura a escondidas y luego ocultarla. De igual forma, nunca pudo saber en qué momento iba a parir, por lo que dio a luz en plena procesión en medio de la calle, a vistas de toda Roma.

No se sabe muy bien qué fue de ella, algunos afirman que murió al momento de dar a luz por los viandantes enfurecidos, y otros dicen que dejo voluntariamente el cargo y miró crecer a su hijo en un monasterio, quien después se volvió obispo. Lo cierto es que este hecho fue un gran golpe al orgullo de la iglesia católica por el hecho de que una mujer haya burlado el lugar más preciado de ellos.

Juana trajo varias consecuencias a sus sucesores. Por ejemplo: La calle prohibida que se llamaba así por ser la calle donde Juana dio a luz. Se dice que ningún Papa tiene permitido pasar por esa calle, que es exactamente entre la Plaza de San Pedro y el Palacio Laterano. Como también, las comprobaciones de viralidad, pues se especula que luego de ese hecho los futuros Papas pasaban por un examen en el que tenían que mostrar sus testículos y un cardenal dictaminaba sí era realmente un hombre o no.