¡Dios mío! Perdón, porque la muerte me llama, y siempre le contesto.

Que empeño el de esta alma en ahogarse repentinamente sin razón alguna, que necedad de estar triste supuestamente teniéndolo todo menos las ganas de sonreír, 1999 veces olvido que me rodea la muerte y una vez le presto atención; cuando esto sucede es catastrófico levantarme y seguir...

Marchar, es como sentirse en un pequeño bote que va y viene chocando con cada marea que se aparece, es un viaje a la deriva que pareciera durar meses, no hay timón, no hay motor, no hay guía, solo soy yo debajo de las nubes cargadas de tempestad; azotada por un viento endemoniado, que hace zarandear la pequeña barcaza de la cual me aferro con las uñas.

Es... Como estar sumergido en un: ¡nada me importa, me vale mierda lo que el destino me depare!. Llega ese intervalo en el que decides entregarte a los brazos de la muerte, pero algo te hace reanimar, la sangre vuelve a manar, sientes a tus seres queridos que te llaman desde algún puerto, y te imaginas que sujetan un farol para mostrarte el sendero de vuelta a la realidad.