Mi milagro.

Esta vez le seguiré hablando de amor, pero de una manera disímil y peculiar, esta vez les hablare de mí, de mi vida y de cómo me he convertido en la mujer que soy hoy, ya que estoy aquí y siento que no me he presentado como se debe, aunque muy pocos me leen o nadie en su totalidad, igual lo haré para de esta manera creer que sí.
Comenzaré desde el principio, donde a pesar de no haber nacido me esperaba el amor y nacería por amor, en un año sin la menor importancia para el mundo, donde no ocurrió nada transcendental, en un mes donde las características del signo que me corresponden no tienen nada que ver con mi personalidad y si me equivoco pues que alguien me refute, pero hasta ahora es lo que sé, en fin, sabemos como es la sociedad y sus imposiciones, donde hasta nuestra personalidad y características nos las quieren imponer. No estoy en contra de nada, solo es mi simple opinión.

El punto es que cuenta la historia que fui una niña que fue la consentida de la familia por dos años, la primera nieta, la primera sobrina, que gran privilegio haberlo sido, el destino me dio el honor de ser la primera, pero la vida me premio más aún con un hermano, un hermano el cual me lleno de sonrisas mis días de llantos, él es un tipo sin semejante, brotado de una natural simpatía, sin el mayor esfuerzo saca a cualquiera una sonrisa, sin el mayor pretexto le da humor a tu vida, no hay nada mejor que compartir tu infancia con un hermano.

La vida me enseño con el transcurrir del tiempo que se viene a ser feliz pero también a sufrir calamidades, sin embargo, no opacan en nada la alegría que se siente estar vivos, digo esto porque a mis cinco años me diagnosticaron una enfermedad hereditaria de la sangre, con la cual más que todo de niña aprendí lo que significa el dolor, el dolor físico, el dolor del alma preguntándote ¿por qué?, ¿por qué Dios permite el sufrimiento a niños inocentes?, ¿por qué se vino a sufrir también en este mundo?, ¿Qué hicimos para merecerlo?, en fin, preguntas de esta clase, preguntas que mas que todo se hacían mis padres, ya que yo tenía o bueno tengo para no decirlo en pasado, tengo tanta fe en Dios que aunque en ese tiempo no lo entendía sabía que había una explicación para tanta calamidad, tengo que confesar que en esos momentos también estaba segura de que ocurriría algún milagro y sanaría.

Mi infancia a pesar de todo el vaivén de clínicas, doctores, recetas, menjurjes como decía mi mamamosa, a pesar de todo todo fue feliz, estuvo llena diversión, jugueteos, viajes y una abuela (mamamosa), que hacía mis días mágicos, que me llenaba de oraciones, de cuentos, de estrellas, de sonrisas, de compañía, ¿qué más se podía pedir a la vida?, de verdad que he sido afortunada.
Crecía mientras la vida se me iba, crecía mientras el tiempo se agotaba, los días parecen eternos mientras la vida es tan fugaz, y mientras envejecemos las horas corren más, siempre yo tan inocente, más inocente que el resto de mi generación, pensé jamás cometer pecados tan relevantes, pensé que no eran para mí, pero obviamente me equivoqué, debido a que nadie está exento de pecados. Es curioso que en esos días sabía que Dios me tenía en el libro de la vida, ya que era una niña y Él dice que de ellos es el reino de los cielos y yo jamás olvidaba eso, ahora es diferente, todo ha cambiado, soy una mujer que debe asumir las consecuencias de sus actos tanto en la vida eterna como es esta tierra. Con esto no me refiero a que soy lo peor, pero si saben que mientras crecemos nos vamos transformando y nos damos cuenta de muchas cosas, como por ejemplo que la vida no es tan fácil y tomar decisiones tampoco lo es.

En este sentido, me convertí en la mujer capaz, la mujer preparada, la mujer independiente, responsable, la mujer apta, con actitudes y valores, la mujer estudiada, la mujer que soy hoy y de la cual estoy orgullosa, porque no quisiera verme ni sentirme de otra forma, no quisiera ser otra, ni quisiera ver diferente el mundo a como lo ven mis ojos. Viví cada etapa, esas etapas que se van quemando y convirtiendo en cenizas mientras otra van encendiendo la vida, conocer, olvidar, aprender, enseñar, reír y llorar, ver personas desaparecer mientras otras aparecen, despedirte de lugares mientras te dan la bienvenida en otros, un constante renacimiento, una continua renovación, excelente para llenarnos el alma y descubrir hasta donde somos capaces y entender que el mundo es gigante, tanto que cabemos todos, toda clase de cultura, toda tipo de pensares, toda expresión, toda tipo de luz, oscuros o grisáceos.

Cabe acotar, que entre a trabajar en la empresa mas importante de mi país y aunque ya no es lo que era, sigo aún trabajando con ética y profesionalismo como mi carrera me lo enseño como me nace hacerlo, a pesar de haber tantos contras, también conozco gente como yo que esta en contra de tanta injusticia y tanta dictadura, aun quedamos luces en medio de tanta oscuridad. En esta industria desarrolle mi capacidad, mi autosuficiencia, emprendí mi labor, comprendí mi amor por el país que me vio nacer, fortalecí mi carácter, el carácter y la decisión que no dejo pisotear mi valor, conozco gente la cual vale la pena conocer una vez más y si mi vida se volviese a repetir no me arrepentiría de haber comenzado mi carrera profesional allí y con la gente que conocí.

Sin lugar a dudas he conocido tanta gente en lo profesional y también en lo personal, personas increíbles que dejaron algo de ellas en mí, algo de su vibra, de su luz, de su humanidad, personas que van por la vida dejando rastros, dejando amor, dejando su esencia en el camino, conocí en el colegio a mi hermana, mi mejor amiga, que a pesar de alejarme de ella años, o meses al fin de cuentas es como mi sangre, un lazo que no se rompe, no se romperá, el amor de esta amistad pesa mas que cualquier distancia, que cualquier inquietud, que cualquier problema común, porque es de las personas más increíbles y bondadosas que conozco, a pesar de sus defectos, pero así somos todos, con defectos y virtudes, sin embargo sus virtudes opacan sus defectos.

Y por supuesto no puedo dejar de mencionar a mi bella familia, que a pesar de todo siempre esta ahí para mí, Dios no me pudo dar una vida mejor junto a ellos, cabe acotar que a mi familia hace siete años llego mi pequeña, la consentida de la casa, la que hace mis días mejores, la que me espera cuando todos tienen algo que hacer y no tienen tiempo para mí, mi sombra, mi bella Lucy, fue un regalo de mi ex, el mejor regalo aparte de su amor diría yo, nada material se compara con este ser vivo tan especial, que ha conseguido que hable y ría todo el día con ella cuando no tengo a nadie más y hasta mejor ha de ser que me escuche ella en lugar de otra persona, ella siempre entiende y no tiene palabras para juzgarme jamás, ella no espera nada, solo todo mi amor como ella me lo da a mí.

Entre tantas cosas también llego el amor, con una silueta que no era la de mis familiares, con una silueta de hombre joven, pero antes de él, tengo que admitir que también viví el amor no correspondido, creo que la mayoría lo hemos vivido o no, no lo sé, pues si, así fue, lo viví, lo sufrí, no como mujer sino como niña soñadora, niña ilusa y justo ahí es donde comencé a escribir, en ese punto de mi vida exprese mi dolor, ya conocía el dolor físico, el dolor de no encontrar respuesta a mi enfermedad, pero no había conocido el dolor por un amor no correspondido, claro a estas alturas me doy cuenta que no era dolor por amor, solo era una ilusión destruida en pedazos, ahora insignificante pero en ese tiempo donde apenas aprendía significaba bastante.
El amor real llego, y cambio mi vida, ese amor correspondido, que me hizo volar hacia las nubes y no aterrizar más, ese amor que te cala hasta los huesos, lo viví a plenitud, lo viví amargamente, lo saboree, lo disfrute, entregando así a la niña que fui y a la mujer en la que me convertí, con él quería la vida y sino era con él hubiese preferido no vivirla, así de enamorada estaba. Así viví por varios años, olvidándome de mí misma, dando todo por el amor, algunas veces desesperada, otras veces desahuciada, pero él me hacía feliz y eso era lo que me importaba, vivimos tanto que nos aprendimos de memoria, noches de amor, pero también noches de terror, así son las relaciones que no están destinadas a ser por toda la vida, mi anhelo se fue consumiendo, se fue perdiendo, el vaso se vacío, se secó, ya nada dolía porque habíamos agotado el dolor, habíamos agotado ya las lágrimas, de tanto insistirle a este amor, de tanto aferrarnos a esta pasión, de tanto entregarnos a la relación teniendo presente que ya no se podía hacer más por ella, que había que dejarla ir, dejarla morir, a la deriva porque no teníamos salida.

Ahora estoy conmigo misma, disfrutándome, recordándome, sintiéndome, sintiendo estos latidos que laten por mi y no por otros, acompañada de esa soledad a la que le di la espalda por tanto tiempo. Me tomo mis momentos lentamente como si el mundo jamás fuese a acabar, detallo con precisión los dibujos de Dios, que cada día dan una nueva inspiración, cada día un detalle nuevo en los rayos del sol, en las formas de las nubes y el cantar del pichón. Así es como me doy cuenta de que mi milagro siempre pasó, sucede cada mañana que despierto, que observo la luz del amanecer, acontece cuando sonrío al anochecer, al respirar al atardecer, al sentir los rayos del sol en mi piel, el milagro que yo pedía cuando era niña si me ocurrió ya que siempre me salvo.