#DomingoParanormal 😈| Noviembre de fobias 😖| Batmofobia: temor extremo a las escaleras. ⚠😨

Era un día de excursión para una clase de alumnos que estaba recorriendo un edificio antiguo y patrimonio cultural de su localidad. Entre una información y otra, Adriana se alejó por un momento del grupo, pues una habitación inexplorada había captado su atención y decidió echar un vistazo.

Su curiosidad dejó en evidencia un escenario horrible: restos de animales muertos, cuervos desplumados aparentemente con las manos, plumas sueltas y secas, huesos quemados y demás elementos que parecían formar parte de un ritual extrañamente macabro... El pánico no le cabía en el cuerpo y, para ser la gota que derramó el vaso, apareció una muñeca con la que solía jugar, pero también incinerada.

Corrió despavorida, pensando que las personas que mataron, desplumaron y quemaron a esos pobres animales también harían lo mismo con ella y sus compañeros... Buscaba, con la vista, a los demás y no había rastro de nadie a su alrededor. Bajó las escaleras del edificio y siguió sola, totalmente desprotegida, pensando que sus amigos habían muerto. Continuó bajando escalones y tomando atajos deslizándose por las barandillas de las escaleras. Gritó, pidió auxilio, lamentó las desapariciones del resto de los estudiantes.

Vivió terror puro por interminables minutos hasta que, de la nada, despertó. Era un sueño o, mejor dicho, una pesadilla... Una de tantas pesadillas con la misma secuencia y las responsables de su fobia a bajar escaleras. Adriana tiene esta pesadilla desde los seis años de edad: sin importar dónde esté, su subconsciente la pone en una situación de riesgo donde alguien la persigue y otra persona pide, al mismo tiempo, su ayuda. Al final, su única opción ha sido escapar bajando unas tenebrosas escaleras de caracol. La otra víctima casi siempre muere, pues es incapaz de salvarla.En el tormentoso sueño, puede ver desde animales muertos hasta cadáveres humanos. Su descenso por los escalones en espiral es rápido, frenético, casi desafiando las leyes de la gravedad.

Al despertar, la chica se replantea los hechos en el plano real y siente aún más miedo: en primer lugar, conoce cuán torpes pueden ser sus pies, sabe que no puede reproducir las maniobras que logran sacarla de las garras del asesino, ladrón, ente fantasmal o villano perseguidor; asimismo, su preocupación se extiende a otra cuestión: si eso realmente sucediera, ¿su compañero, que puede cambiar de pesadilla en pesadilla, también moriría? Tan devastador destino la hace percibir dolor ajeno y cierta culpabilidad; finalmente, como es normal, la repetitividad de las circunstancias la llevaron a desarrollar pánico a bajar escaleras de cualquier tipo, especialmente si son de caracol.

«Me da vértigo y se me revuelve el estómago, me puedo poner a temblar, me paralizo; una vez hasta se me aguaron los ojos del susto», manifestó. Tal miedo alcanza sus sentidos, al punto de inmovilizarle, y eso le preocupa.

El caso de Adriana no es único y se acopla muy bien al de Fanny, quien desarrolló la fobia a las escaleras luego de ver una sombra flotante cerca de las barandas del segundo piso de su casa. Una dormida y la otra despierta, asocian la mera presencia de una escalera con una sensación de amenaza, humana o de ultratumba, difícil de sobrellevar.

Basado en hechos reales…

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