Mi ancla

Arde mi pensamiento en
intensas llamas de incertidumbre.
Olas monstruosas dan reiteradas
bofetadas a mi proa.

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Mi barco danza enervantemente
mientras llora la madera agotada,
reclamando con desespero
volver a la calma.

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El cielo es gris, el aire frió,
y fuertes relámpagos
punzan mis oídos
tras cegadores destellos.

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Enfrento un huracán indomable
que han creado mariposas
muy imprudentes,
o quizás, malintencionadas.

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Miro al cielo, con el rostro
arropado por aguas salinas
y el cuerpo entumecido.
El brillo puro del sol al fin
alcanza mi retina.

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Tal vez es absurda mi fe,
pero si existe posibilidad
de que salga bien librado
entonces debo hacerlo;
debo salir de la deriva.

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No me perdonaría rendirme.
No puedo romper mi promesa.
Solamente el álgido abrazo de la muerte
podrá vencerme, y aún no lo ha hecho.

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Tengo calma por un corto instante,
pero apenas podré retomar el aliento
antes de volver a la intensa lucha
por seguir navegando.

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Mi esperanza y mi motivación
es regresar a aquel puerto viejo,
arrasado por el odio;
llevado al caos y la desdicha.

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Allá la oscuridad se cierne
y los cantos alegres ya enmudecen.

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No puedo concebir
alguna salida ni destino
que no me lleve al éxito.
Por ello he dejado mi ancla
en las suaves manos ajenas

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de una señorita trigueña
que me despidió con gran tristeza
cuando le hice un juramento,
sellada con un beso
y el obsequio de mi amuleto.

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Con el mar embravecido
y los vientos colmados de ira
desplegué mis velas,
alejándome mientras su rostro
se achicaba ante mi vista.

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Heme aquí perdido en la deriva,
esperando volver a sentirla,
y tener la gloriosa dicha
de cantarle de nuevo
mis intrépidas trovas.

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Tristemente ese anhelo
parece una gran fantasía
y todas las esperanzas
ya languidecen…

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Fuente

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Olvido

¿Acaso ya no recuerdas lo que fuimos
en la libertad de la privacidad
donde nos quisimos tanto sin cohibirnos,
sin sentir temor por nada y sin pensar?

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¿Ya no recuerdas ese primer encuentro
que nos pareció una simple fantasía
y solo reconocimos que era cierto
al por fin besarnos con tanta alegría?

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¿Es que ya no recuerdas cuando decía
mis verdades más intimas y recuentos
de todo lo que vivía cada día,
exponiéndote por completo mi pecho?

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¿Entonces ya no recuerdas mis promesas,
ni nuestro viaje a la montaña invisible,
o como dejé todo por tu insistencia
de caminar en el borde de un declive?

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Pues yo no he olvidado ni un ápice de ello
pero ya entendí que fue fútil todo eso,
porque solo fui objeto para tu expendio
de cariño como excusa que desprecio,

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para no reconocer que tu vacío
respondía al reiterado derrotismo
que ingenuamente quise enfrentar con brío;
pero que tú abrazaste desde el principio.

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Ojalá compartiera tu olvido...

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Fuente

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¿Por qué te amo?

¿Quieres saber por qué te amo?
Son muchas razones y a la vez solo una.
Este ha sido un viaje donde fui
desde apreciar lo que eres,
pasando por el cariño honesto,
luego llegando a admirarte
hasta acercarme a la pasión.
Allí me cuestioné
si quererte era correcto.
Entonces pude comprender
que lo que fui en el ayer
no era digno de tu amor.

Así supe que quizás
podría ser alguien mejor
motivado por la razón
de valer lo que mereces,
y lo hice una misión sin dejartelo saber.
Con el tiempo hallé de ti una sensación,
un pensamiento,
una emoción extraordinaria,
y sin querer me revelaste
en las ventanas a tu alma
tu paz y tu pureza solemne.

Ese día inolvidable,
mientras sostenía tu mano,
pude sentir más que tu piel.
Te amo por esa verdad.
Te amo porque tu mirada me eleva.
Te amo porque tu voz me acaricia.
Te amo porque tus besos son mi vicio,

y desde ese primero,
tan tímido y tan honesto,
que surgió en esa habitación
por mi gran atrevimiento
de pedirlo sin aviso
y tu locura de consentirlo
sin siquiera meditarlo.

Entonces no quedó minima duda...
Aunque luché por no creerlo
e inútilmente quise detener
esa fuerza poderosa
que nació dentro de mí
tras ese brevísimo instante,
por nuestra amistad sincera,
por comprenderte como nadie,
por el deseo que surgió
y la maravillosa fortuna
de que asintieras realmente.

Todo eso me convenció
de que valía la pena sentir
que era mi destino amarte.
Y hoy sé que solo era posible
que no me enamorara de ti
si nunca te hubiese conocido.

Te amo porque existes.

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