[SPN-ENG] Belleza y perfección / Beauty and perfection

Por increíble que parezca, fueron tan sólo un puñado de monjes de la Orden del Císter -orden religiosa, que, huyendo de la opulencia y el poder acumulados por los benedictinos de la Orden de Cluny, decidieron escindirse, sirviendo a Dios bajo el lema de ‘reza y trabaja’- los que, allá por los albores del siglo XII -siglo de oro de la Baja Edad Media, marcado, principalmente, por su vuelco hacia las Artes y el Espíritu, que, además, fue testigo del nacimiento de lo más florido y delicado de la galantería, como demuestra el profundo despliegue sentimental desplegado en el denominado Amor Cortés- arribaron a estas pretéritas soledades -por las que actualmente circula ese metafórico demonio ferroviario de la tecnología, conocido como AVE, que cubre la ruta entre Madrid, Barcelona y Francia- con la idea que ya habían puesto en práctica en otros lugares de la Península Ibérica, con la idea de continuar sembrando los caminos de Dios -en ellos, sí que se puede aplicar la máxima de Antonio Machado, referente a hacer camino al andar- en base a la belleza, el esfuerzo y la oración.

Tiempos difíciles, con escasez de alimentos antes de domeñar a una tierra brava, hasta entonces baldía y comenzar a recoger el fruto de las primeras cosechas, donde las raíces, los frutos silvestres y algún que otro metafórico hermano de San Francisco, los animales, sirvieron de escasos privilegios para mantener unos cuerpos, donde, sin embargo, alentaba la fuerza incontenible de esa extensión divina, que, a todas luces, es siempre el Espíritu. Tanto ellos, como uno de sus más prominentes dignatarios -Bernardo, abad de Clairvaux y santificado- no sólo buscaban a Dios en el recogimiento de la soledad y la oración, sino, que, además, hablaban también con Él, utilizando ese lenguaje universal, que no es otro que la Geometría Sagrada. Por eso hoy, contemplando este hermoso, elegante, equilibrado y armónico refectorio de uno de los monasterios más relevante de Soria, sólo cabe rendirse, incondicionalmente, a la evidencia, tangible y objetiva, de que sólo unas almas, caldeadas en el fuego abrasador de la preeminencia divina, pudieron ser capaces de levantar semejante maravilla.

Incredible as it may seem, they were just a handful of monks from the Cistercian Order - a religious order, who, fleeing the opulence and power accumulated by the Benedictines of the Cluny Order, decided to split, serving God under the motto of 'pray and work'- those who, around the dawn of the 12th century -golden age of the Late Middle Ages, marked, mainly, by its turn towards the Arts and the Spirit, which, in addition, witnessed the birth of the most flowery and delicate of gallantry, as demonstrated by the profound sentimental display displayed in the so-called Cortés Love- arrived at these bygone solitudes - through which that metaphorical railway demon of technology currently circulates, known as AVE, which covers the route between Madrid , Barcelona and France- with the idea that they had already put into practice in other places in the Iberian Peninsula, with the idea of continuing to sow the paths of God -in them, the maxim of Antonio Machado can be applied, referring to making way to walk- based on beauty, effort and prayer.

Difficult times, with food shortages before taming a rough land, until then wasteland and beginning to collect the fruit of the first crops, where roots, wild fruits and some other metaphorical brother of San Francisco, the animals, served of few privileges to maintain bodies, where, however, the irrepressible force of that divine extension encouraged, which, by all accounts, is always the Spirit. Both they and one of their most prominent dignitaries -Bernardo, abbot of Clairvaux and sanctified- not only sought God in the recollection of solitude and prayer, but also spoke with Him, using that universal language, which is none other than Sacred Geometry. That is why today, contemplating this beautiful, elegant, balanced and harmonious refectory of one of the most important monasteries in Soria, one can only surrender, unconditionally, to the tangible and objective evidence that only a few souls, heated in the blazing fire of divine preeminence, they might have been able to raise such a marvel.

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