Soy un martes 27 de abril del 93

     Feliz día a todos, soy tauro, para aquellos interesados en el zodiaco, soy de la tierra con sueños que vuelan alto, y así me presento ante ustedes queridos compañeros de Steemit aquí  les traigo mi historia.

     Nací en una clínica en Caraballeda, estado Vargas, en la República de Venezuela, no en la bolivariana. Mis primeros dos años de vida fueron duros entre salidas y entradas a hospitales todo porque vine con defecto de fabrica, que hoy en día se traduce a que no puedo correr mucho y mi torso parezca una combinación de queso suizo con relieve montañoso.  Mis padres fueron sobreprotectores hasta que cumplí los 10 años, o al menos ellos dicen haberlo sido hasta esa edad, tal vez era el miedo de verme de nuevo postrado en una cama o sencillamente que se acostumbraron a envolverme en una burbuja. No puedo decir que mi infancia fue dura o difícil, solo fue enfermiza, con alergias por allí y una que otra voz afónica por allá. Al ser hijo único, y no porque mis padres no tuvieran ganas sino por miedo a atravesar lo mismo que conmigo, pasé mucho tiempo en compañía de animes y videojuegos; fueron buenos tiempos.

     Al iniciar mi etapa de adolescencia, ya había aprendido a que estar solo era normal y que en realidad me sentía mejor así, más paz y tiempo para introducirme aun más en lo que me gustaba: videojuegos y animes. Pero esos dos hobbies que me mantenían entretenido provocaron en mi cabeza muchas cosas, una de ellas es preguntarme como sonaría mi voz en japonés, otra es que mi imaginación empezara a expandirse y pudiera crear mundos en mi cabeza, algo con lo que viví la mayor parte de mi introvertida adolescencia para poder lidiar tanto con los problemas como con los deseos que sentía por aquellos días.  Además de excesiva creatividad, eso generó también un problema, me hizo un excelente mentiroso (cosa de la cual no estoy orgulloso en lo absoluto); solo por el hecho de escaparme de cualquier problema o evitar hacer algo que me incomodara, yo mentía, era casi tan natural como respirar; es feo decirlo pero era así.

     No era un mal alumno, era promedio, promedio porque de verdad no me importaba esforzarme mucho, el caletre era lo que mandaba en esos tiempos; vaya daño me hice con eso.   Al final solo fui excelente en lo que me interesaba y en lo demás solo me esforcé la suficiente para pasar; en estos momentos pienso que si me hubiera esforzado entonces hubiera estado becado en alguna universidad y graduado en alguna carrera, pero probablemente no iba a ser la que me gustara.  Fue entonces que inicié la universidad, Ingeniería Civil en la UCAB; es ahí donde comencé a encontrar mi camino, no me malinterpreten mi vida universitaria fue un asco y no porque me hubiera ido mal (al menos no tan horrible), si no que en el largo proceso de seis años entendí muchas cosas de mí, de mi entorno, de mi realidad, de la sociedad que me rodeaba, y es cuando la burbuja donde mis padres me pusieron reventó.

      Mi carrera universitaria fue como una de esas relaciones de amor y odio donde la mujer es la violentada y aún cree que el hombre la ama, yo era la mujer y el hombre la ingeniería.   Mi primer pesadilla fue con los cálculos del 1 al 5 (Numérico en el pensum); luego fue con Geometría Descriptiva 1 y 2, la apodaban Geometría Destructiva; después fue Mecánica Racional 1; pero la que se llevó lo honores fue Resistencia de los Materiales 1.  En ese desfile de masoquismo, yo sentía que debía rendirme pero luego pasaba una prueba importante que me daba una segunda esperanza, me esforzaba y lograba aprobar, de milagro, una materia.   Era un constante efecto placebo que me mantenía dopado, creyendo que lo mío era ser Ingeniero, eso duró hasta el octavo semestre, esa fue mi caída.   No solo porque ya estaba entre la espada y la pared con Resistencia de Materiales, si no que la crisis por fin tocó la puerta de mi casa.

     Era comer o pagarme el semestre, y hasta ahora no me arrepiento de mi elección. Para el tiempo que sucedió esa situación, yo había conocido por segundo vez al amor de mi vida, mi esposa; habíamos sido novios en el bachillerato pero nuestra inmadurez acabó con nosotros.  Nos reencontramos en el segundo año de su carrera y de la mía, ella era UCVista y yo UCABista, ella fue quién me dio las fuerzas para seguir el escabroso camino de mi carrera hasta que gracias a ella misma me di cuenta que donde estaba solo me estaba matando y si lograba graduarme, ¿qué precio estaría pagando por haberlo alcanzado?   Todo eso pasó en 2016 y ya para septiembre estaba trabajando en una de las razones del porque nuestro país está mal, el sector público. Duré un año y cuatro meses, pasando trabajo en un lugar que estaba a más de tres horas de mí hogar solo por un salario que con el tiempo la inflación lo devoró.

     El ambiente en el sector público es algo ambiguo, con muchos matices ya que en un lado ves a todas las personas que de verdad trabajan por vocación, les gusta lo que hacen y lo irradian a los demás; y del otro lado están los que no tenían opción, lo que peor es nada, y los que solo su mera presencia amargaba tu propia existencia.   Yo estaba en el medio, yo siempre he sido alguien que no importa dónde esté, debe hacer un buen trabajo porque me sentiría mal si no fuese así, el problema era la existencias de esos individuos que describí antes, que si podían hacer de tu vida una pesadilla puedes dar por seguro que lo hacían, solo para sentirse poderosos.   Era un ambiente enfermo que carcomía tu existencia, aún si te esforzabas por dar un buen servicio al público y hacer un buen trabajo.  Fue en esos tiempos que descubrí una de mis pasiones, la escritura, un pequeño escape para esos días ociosos.

     En los cuatro meses previos a renunciar, escribí una novela, varias historias cortas y comencé varias otras novelas.   Era liberador escribir y dejar fluir la imaginación, sin darme cuenta escribía tanto que llenaba páginas en cuestión de una hora. Todo eso sucedió durante un proceso de transición en la administración que eventualmente concluiría en mi renuncia debido a injustas condiciones laborales.   Eso sucedió a inicios de febrero del 2018 y para ese tiempo me había casado con la que fue mi primera novia, desde bachillerato y luego reanudamos en la universidad, pero ahora teníamos a una pequeña personita entre nosotros.   Ya mi esposa me había ayudado a mejorar tantas cosas en mí, hasta dejé de mentir (tanto), me enseño la espiritualidad y que la verdad siempre por delante, me hice mejor por ella.

     A finales de ese mismo año encontré trabajo en una empresa de eventos como diseñador gráfico, algo que siempre había querido ser pero como en este país si no eres doctor, abogado, o ingeniero, entonces tu trabajo es de juguete.   Y fue en esos tiempos que encontré mi otra pasión y creo que la que más me ha dado prosperidad y alegría, el Diseño Gráfico.  Estuve en ese trabajo siete meses, ya que el presidente fue un imbécil y nunca supo administrar su capital quebrando así la empresa, además que hubo muchos eventos en su contra para hacer surgir la compañía.  Gracias a ese tiempo mejoré exponencialmente en mis capacidades de diseño y además ejerzo como Diseñador freelancer, y he ganado más  en un mes de trabajo freelancer que en todos mis trabajos juntos, haciendo algo que puedo decir que amo y que quiero seguir desarrollando.

     Hoy en día soy más feliz que nunca, más independiente, con ganas de trabajar duro por lo que me he propuesto, tanto para mejorarme como para lo más importante que es darle a mi familia un lugar donde puedan ser felices y estar seguros, donde nada les falte.   Eventualmente encontraré un lugar donde estudiar Diseño Gráfico, donde recibiré mi título con la mayor sonrisa de mi vida y el orgullo por los cielos.   Abriré una empresa de diseño gráfico, donde trabajaré fuertemente para ser de los mejores; pero en estos momentos voy poco a poco, como debe ser, con una pequeña marca que es la piedra fundacional a todo lo que me he propuesto, y que con trabajo duro alcanzaré.