Ciudadana del mundo ✨ Reflexión de cómo un viaje puede cambiar tu perspectiva de vida

Ayer por la noche sólo sentí ganas de estar tranquila, escuchar un concierto de una de mis bandas favoritas y mirar algunas de las fotos que tomé mientras estaba de viaje. De repente, me invadieron un millón de memorias hermosas, recordé a todas las personas que conocí en diferentes lugares del mundo y me pregunté cómo se encontrarían en estas circunstancias tan extrañas que nos encontramos atravesando.

Esta soy yo en Versalles, Paris

En octubre del año pasado, fui realmente feliz al enterarme que había conseguido un lugar para correr la maratón de Berlin en su edición 2020. Estaba realmente emocionada por encarar y comenzar a planear mi cuarto viaje sola. Sólo yo y mi par de zapatillas. Debido a las cuestiones sanitarias de las que todos estamos al tanto, el evento se canceló y, con ello, los planes de mis vacaciones. Aún me duele saber que no podré correrla.

Hace algunos años, mucho antes siquiera de animarme a viajar por primera vez sola, dedicaba mi vida entera al trabajo. Mi rutina no incluía nada menos que entrar a la oficina a las 9am y llegar de vuelta a casa, con suerte, pasada la medianoche. Nunca consideré nada que fuera más importante que mi carrera como Contador. Lo único que deseaba era ser exitosa, a tal punto que todo lo demás pasaba a ser una ridiculez para mí... hasta que cumplí 24 años y noté que estaba sufriendo de un estrés galopante y de una ansiedad que no me dejaba vivir.

En ese mismo año, decidí recompensarme por haber finalizado mis estudios, por lo que decidí que era un buen momento para visitar y conocer el único lugar que siempre se sintió como un hogar: Londres. Visité Europa por casi cuatro semanas y me fue imposible no enamorarme de todas las perspectivas que un viaje puede tener en uno. Espero nunca volver a la forma de vida que tenía antes, hay muchísimo más por conocer que limitarse a ser un esclavo de 8am a 17hs.

Esta vez, siento que necesito llevarlo un paso más adelante: quiero viajar al menos por tres meses. Viajar no sólo cambia la forma en la que ves el mundo, obtienes una nueva perspectiva de muchas cosas que antes no podías ver. A veces somos ciegos ante las cosas que son más importantes, sólo por quedarnos encerrados en nuestro propio caos. Tu alma se nutre y comienzas a disfrutar y a ser más agradecido por las cosas buenas que te ocurren.

This was in Edinburgh, Scotland

Ha sido una noche un tanto nostálgica, pero mi alma me pide que caminemos por senderos por los que nunca hemos ido, que meditemos en lugares donde nada puede preocuparnos, que cantemos en idiomas que no sabemos, que compartamos lo máximo que podamos con otras culturas y que sea lo más agradecida que pueda con el universo por darme esa oportunidad.

¿Alguna vez te sentiste de esta forma?

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Este texto es una traducción de este posteo que publiqué ayer, pero como realmente me sentí muy bien al escribirlo y compartirlo, decidí también dejarlo aquí y poder embellecerlo un poco con el español! Jajaja