Corría el año 1492, naves de inmensa envergadura se acercan desde el horizonte, divisan tierra, enfilan sus proas hacia la costa. Una comitiva aborda 4 botes, todos armados, con provisiones, se acercan remando hasta que el bote toca tierra, bajan y exploran, encuentran un mundo nuevo para ellos, vegetación parecida pero algunas desconocidas, animales nunca vistos, peces de otros tipos.

"El encuentro". Los habitantes salen a recibir a quienes visitan sus tierras, y aunque con diferentes lenguas, apenas se hacen entender, los extranjeros entregan espejos, ron, entre otras cosas, el cacique lo entiende como un intercambio, manda traer pieles, comida, agua fresca y collares... ah, los collares, si supieran lo que pasaría!

Los collares y pulseras eran de oro puro, los visitantes lo supieron de inmediato, notaron que todos tenían esos adornos, que había mucho. Dentro de su ingenuidad, el cacique les mostró hospitalidad, los llevaron a su aldea, chozas de palo, barro y paja, pero tenían oro por doquier, los extranjeros no entendían cómo podían vivir en la miseria teniendo tantas riquezas. La inocencia de la ignorancia por un lado, por el otro, una comunidad sin ambiciones, pura de corazón y espíritu, sin contacto con otras comunidades con quienes intercambiar, a precio justo, los valores de sus collares.

Los visitantes llamaron a ese pueblo "El Dorado", el resto de la historia ya se conoce, la ambición extranjera trajo guerra, esclavitud sometimiento y exterminio, solo por pedazos de metal dorado.