Hola, comunidad de Steemit, me uno al concurso #worldofxpilar con este relato lleno de humor y de verdades. Gracias a la compañera @franyeligonzalez por promover estas iniciativas. La imagen inspiradora fue la siguiente:

     Te dije que nos quedáramos en la orilla, ahora se ve tan lejos, y las olas al levantarse parecen vidrio cortante. Debimos quedarnos, vez allá, la montaña, es firme como un dios, hacia allá hubiésemos ido, pero te empeñaste en zarpar y solo porque tu esposa no quiso lavarte el guayuco. Tienes que entender que las cosas están cambiando, las mujeres no están obligadas a nada que ellas no quieran, pero como tú eres un indio bruto, no quieres entenderlo.

     Ahora estamos aquí, en medio del mar, en esta canoa que será presa fácil del mar, con un saco de papas que no dicen ni fu ni fa; una gata que por ladrona viene huyendo; tú, un indio con la cabeza más dura que un coco porque no pensaste que salir así, al mar, por una rabieta con tu mujer, te puede llevar a la perdición; y yo, una cabra más loca que todos ustedes por venirme a olerle sus pedos.

     No me mires así, que lo que estoy berreando es verdad. Dime, ¿qué te costaba hincarte y pedirle a tu esposa que por FAVOR, te aseara el guayuco?, tantas palabras bonitas que hay y saliste con las peores, debiste decirle, “mi pinchipinchi, mi guruguru” o qué sé yo, pero como eres un inculto te fuiste de primera a mandarla y ¡ay! del hombre que en esta época mande a una mujer, eso es señal de retrógrado, demuestra que te quedaste en lo cavernícola, pero qué vas a entender tú de eso si no sabes leer ni escribir, si nunca te has preocupado por entender a tu mujer, tú crees que una india de estos tiempos se va a calar la asquerosidad de lavar tu guayuco, ese taparrabo que lo único que hace es recibir tus malos olores. Bien canuto eres si no evolucionas.

     Pero lo más bruto no fue enojarte con tu india, ¡no!, lo más ingenuo fue creer que del otro lado del mar hay otro mundo, otras indias que sí le lavan sus guayucos a sus maridos, como si los guayucos de ustedes los hombres no olieran horrible en cualquier parte. Mira que casi se acaban las papas, que a la gata se la llevó un tiburón y ni señales de tierra, y sin poder regresar porque nomás te vea tu india, te hunde la cabeza de un solo cocazo por idiota.

     Ya llevamos tiempo y si no nos hemos hundido es porque el destino nos está reservando para algo más cruel. Hoy nos comimos la última papa, mañana empezaremos a aguantar hambre y tú lo único que haces es insistir en que la tierra es redonda como un coco.

     Ya te he donado dos de mis patas porque me pediste que me sacrificara por la sobrevivencia, que como no teníamos a dónde ir, cuatro patas eran muchas.

     Pasan los días y yo me quedé sin patas, con un solo riñón y sin hígado. Mañana me pedirás que me siga sacrificando y donaré la lengua, ahí sí quedarás contento porque ya no oirás mi cantaleta, pero déjame decirte una última cosa de las mujeres…

     “¡Hombre a la vista!” el eco del grito le llegó al indio como un flechazo y vio que le hacían seña como si lo estuvieran esperando, saltó de la canoa, temeroso de hundirse y pensando en la forma de regresar para decirle a su india que la perdonaba por no lavarle el guayuco.