Ella siempre ha sido mi ejemplo a seguir. El pilar del hogar junto a papá. Con ella aprendí el valor del hogar y la importancia de cada miembro en la familia. Me enseñó que si deseo algo tengo que ser constante y dar siempre lo mejor de mi. Que el mejor estado de salud es el estar felices.

Estando a su cuidado siempre estuve segura y amada. Con mamá conocí el gozo que produce ayudar a alguien, sin esperar nada a cambio. Hoy a sus 85 años, aunque no la tenga cerca y a pesar de que, en ocasiones, su memoria no la ayude, sigue siendo la fuente de mi fortaleza espiritual. Si Dios me da vida, quiesiera ser tan buena madre como mi Mamá.