Hacer un viaje a Isla Solitaria fue una experiencia única, el propósito era alejarnos de toda esa carga negativa que nos rodeaba. Olvidar el ruido citadino que aturde. Que les parece el recibimiento fue increíble, tres delfines haciendo un baile sincronizado dando la bienvenida.

Los peces grandes y pequeños rodeaban la embarcación hacían diferentes figuras, con facilidad se podía ver porque el agua era totalmente cristalina.

La alegría nos ganaba al ver tan belleza natural. Por fin en Isla Solitaria, caminar por esas tierras, ver la vegetación era como estar en un paraíso, aire fresco, libre de contaminación llenaban nuestros pulmones, buscamos sitios estratégicos para tener mejor contacto visual con lo que nos rodeaba, por su puesto tener las mejores fotos que guardaremos para el recuerdo.

Los hombres se dividieron unos a pescar y otros a buscar frutos frescos. A la hora de dormir hacíamos turnos, por precaución de que algún animal nos atacara, ya que estábamos invadiendo un territorio que por lo general no habían humanos.

Fueron tres días en Isla Solitaria, la mejor experiencia familiar vivida en años. Al regreso igualmente los delfines nos despidieron, pero esta vez movían la cola como señal de un hasta luego.