Domingo, 7:30 de la mañana, no desperté a esta hora sino a las dos de la madrugada para saber de mi sobrino. En el hospital estaba con otra sobrina y su hija de 15 años. En estos momentos las noches se hacen largas y hace falta compañía aunque sea virtual, además no sabemos si presenta una eventualidad y los acompañantes necesitan algo. Corroborando que todo marchaba bien retomé mi sueño y desperté a las nueve.

Desde ese momento me activé, me paré de la cama, me di un baño, comí y salí hacia el centro de Caracas para buscar la faja que necesita mi sobrino. Buscar algún implemento quirúrgico se hace difícil y es por eso que consideré importante salir bien temprano por si tocaba recorre varios lugares además, es domingo y la cosa se pone peor aún, son las farmacias de turno las que podré visitar. Llegué al centro y varios Locatel estaban activo pero no en todos había la faja. Caracas estaba en penumbra a penas siendo las ocho de la mañana. Recorrimos varias farmacias y en una de tatas la encontramos.

En ese justo momento cuando la tenía en mis manos me llama mi sobrina para decirme que en Valencia la habían conseguido, fue grato escuchar eso, solo había que enviar dinero y listo, así se hizo. De la misma manera me informaron que ya fue dado de alta e iban camino a casa, en el hospital no quieren tener pacientes por el tema de la pandemia, mi sobrino también quería irse pronto, se sentía bien.

Ya con más tranquilidad

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Aproveché entonces para medio comprar unas cositas en la misma farmacia y regresar a casa. Así lo hice, compré y a la una y media estaba de regreso. Por más que traté de llegar antes no pude.

Al llegar a casa ya mi hija había cocinado, llegué con hambre atrasada porque no había desayunado con la angustia, solo tomé agua. Me di un buen baño, lavé la ropa, me vestí y me senté a comer de lo más divino, sentí alivio por todo.

Mi hija mayor también estaba en casa conversamos mientras comía pero el agotamiento me venció, me fui al cuarto a descansar y me quedé dormida hasta las cinco de la tarde, yo misma quedé sorprendida.

El resto de la tarde-noche solo fue conversar y estar pendiente de la familia. Ya estoy más tranquila. Mi sobrino me envió una nota de voz y mi corazón se puso arrugadito de tristeza pero también de alegría.

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