En un hermoso bosque de un lugar muy lejano, vivía una linda familia de conejos, mamá coneja siempre cocinaba, hacía una comidas muy sabrosas y nutritivas, papá conejo salía a buscar los alimentos, ellos tenían dos hijos conejitos que eran muy traviesos y les gustaba salir de la madriguera sin permiso de sus padres.

Un día a los dos conejitos traviesos se les ocurrió salir de la madriguera, sin sospechar el peligro que los acechaba, había unos cazadores muy cerca y fueron atrapados por ellos, la mamá coneja no pudo hacer nada para salvarlos, todo pasó muy rápido, quedó desolada, sus pequeños retoños ya no estaban a su lado, su familia se había dividido inexorablemente.

Al anochecer llegó papá conejo, y preguntó por sus pequeños hijos:

-¿Dónde están mis pequeños? –dijo.

La mamá coneja triste le dió la noticia:

–¡Se han llevado a nuestros pequeños! - llorando.

-¡Oh no! – respondió papá conejo.

Pronto salió el papá conejo a su búsqueda, no podía permitir que sus hijitos corrieran un destino cruel. Así que gracias a su olfato y corazonada, pronto llegó a un campamento improvisado por los cazadores, y vió a sus pequeños hijos atrapados en una jaula, se quedó pensando cómo podía sacarlos de allí, estaba muy difícil rescatarlos.

Ya todos los cazadores habían caído rendidos del cansancio, así que el conejo aguardó unos segundos para ir al rescate de tus pequeñines. Pero el hijo de uno de los cazadores, que se estaba haciendo el dormido, al darse cuenta que los demás estaban roncando, se levantó sigilosamente para liberar a los conejitos enjaulados, pues no quería que les hicieran daño y pensaba que el mejor lugar para ellos era en ese hermoso bosque y en libertad.

El pequeño niño sin hacer ruido fue a liberar a los conejitos, abrió cuidadosamente la jaula y les dijo que se marcharan. Papá conejo veía con asombro a lo lejos aquella escena fantástica, llena de bondad y amor hacía sus pequeños hijos.

-¡Corran! ¡Corran! –dijo el pequeño cazador.

Rápidamente salieron los conejitos y se encontraron con su padre.

-¡Papá perdónanos por ser desobedientes! – dijeron los conejitos.

-Tranquilos hijos, ya están seguros, vamos a casa – replicó papá conejo.

Pero antes de marcharse, papá conejo quiso agradecer al pequeño cazador por su gesto de bondad, y de sus grandes orejas sacó una piedra, pero no era cualquier piedra, era una piedra mágica que le había regalado su madre muchos años atrás. Así que silenciosamente se acercó hasta donde estaba el pequeño cazador y se la obsequió.

El pequeño cazador sorprendido por aquel suceso, guardó silencio y no comentó nada a los demás cazadores. A la mañana siguiente, cuando todos despertaron, vieron que la jaula estaba abierta, e inmediatamente se dieron cuenta que fue el pequeño niño que liberó a los conejitos.

-¡No puedes liberar a las presas que tenemos! – señaló uno de los cazadores.

-¡Era nuestro almuerzo de hoy¡ - gritó otro cazador.

Así que el niño pidió disculpas, y empezó a relatar lo sucedido, pero nadie creía en su palabra. Le decían mentiroso y lo castigaron. El niño muy triste continúo su camino en silencio, nadie quería hablar con él.

Ya cuando estaban cerca de una gran cascada de agua, salieron desde los árboles unos enormes osos muy hambrientos, algunos cazadores corrieron y saltaron hacía el vacío de esa gran cascada, otros intentaron trepar los árboles. El pequeño cazador corrió con su padre, pero uno de los osos los perseguía, así que en ese momento se le cayó la piedra al suelo y de la piedra salió una gran luz incandescente que apenas la vieron los osos se asustaron muchísimo y corrieron hacía otra dirección, salvándose milagrosamente el pequeño cazador y su padre.

Impresionados por aquel maravilloso e inexplicable acto mágico, se abrazaron fuertemente, agradecieron que estuvieran con vida y continuaron su camino. Desde aquel día el niño siempre traía consigo esa pequeña piedra que le regaló papá conejo, sus días fueron de mucho éxito y felicidad, fue un hermoso regalo que les salvó la vida, una recompensa por salvar a esos pequeños conejos, una acción de amor que tuvo su razón y propósito.

Desde aquel maravilloso encuentro con los lindos conejos, el pequeño niño siempre procuró hacer el bien, ayudó a los más necesitados, trabajó mucho en su pequeña aldea, construyó hermosas casas, así el tiempo pasó y el niño se convirtió en un hombre muy fuerte y bondadoso, todos los habitantes de aldeas cercanas pronto escucharon de ese maravilloso hombre que hacía buenas obras para su gente, y empezaron a mudarse a esa pequeña aldea que día a día fue creciendo.

Fue tanta la fama de ese gran hombre, que pronto se convirtió en Rey, todos los habitantes del reino lo amaban y respetaban, se casó con una hermosa princesa, tuvieron muchos hijos y vivieron felices hasta el final de sus días.

FIN

Siempre procuremos hacer el bien, sea cual sea la circunstancia, a pesar de las críticas que podamos recibir de los demás, sigamos nuestro corazón, que las buenas obras al final son recompensadas de la forma que menos imaginamos.

Gracias por leer apreciados amigos, éxitos y bendiciones para todos.

La foto de mi dibujo la tomé con mi teléfono celular Xiaomi Redmi Note 8 Pro.
Las letras de mi nombre fueron realizados por mí con el programa PowerPoint.