Cuenta la leyenda, que una familia muy poderosa vivía en una Mansión sobre una gran Roca, en la cumbre de la montaña más alta de la región. Desde ahí se dominaba la vista de todo el paraje, la ciudad, los pueblos cercanos, el territorio estaba bajo su poder.

Un día, la única hija de la familia, se enamoró de un joven trabajador del mercado, fue el día en que ella fue a acompañar a su madre a hacer las compras habituales de la casa. En el mercado, había un nuevo puesto de frutas, lo atendía un joven de buen aspecto, traía las cosechas de su granja que estaba a 2 horas de camino, manzanas, peras, fresas, duraznos, todos muy dulces, arándanos, frambuesas, cerezas, lo mejor de las frutas. La chica de nombre Roxanna tomó una manzana, roja, hermosa, brillante, la vio tan provocativa, que sin mediar palabras, la probó dándole un mordisco.

El joven, Manuel, le señaló que si esa manzana estaba deliciosa, esperara a probar sus duraznos, la madre intervino, lo llamó insolente, que quién se creía que era para hablarle de esa manera. Manuel le respondió a la sra.: No se aflija ni me mal interprete, y extendiéndole un par de duraznos, con una buena sonrisa le dijo: pruébelos para que vea que es cierto, las mejores frutas las traigo de mi granja, donde con amor y trabajo las siembro y cuido constantemente, y para que vea mi buena voluntad, le obsequio la manzana que probo su hermosa hija, y le obsequio los duraznos, y si no le gustan pues no me compra, la Sra. se ofendió aún más y sin tomar los obsequios tomó a su hija del brazo y se marchó.

Roxanna había quedado impresionada por la sonrisa y la mirada del joven, quedó fascinada con la manzana y quedo con el deseo de probar las otras frutas del huerto del joven. A la semana, le preguntó a la madre si la podía acompañar al mercado, a lo que la madre le dijo que no!, ya que seguramente estaría allí el vendedor de fritas. Roxanna esperó a que su madre partiera y con mucho cuidado salió de la casa, fue hasta el mercado y allí estaba Manuel otra vez, vendiendo sus frutas. Se le acercó y o saludó, él se acordó de ella inmediatamente, y con una gran sonrisa, le acercó un durazno y le dijo que lo probara, ella le dio un mordisco y realmente eran dulces, ella sonreía, el empezó a contarle de su granja, que ahí él tenía todo lo que necesitaba para vivir, y que con mucho amor el cuidaba de sus árboles de frutas y también criaba ovejas, cabras y tenía 4 caballos, poco a poco iba ganando la atención de la chica. Manuel le contaba de sus viajes a otras ciudades a vender sus frutas.

De repente llegó la mamá y le gritó: ¡Roxanna!, ¿qué haces aquí con este? cómo se atreve a hablarle a mi hija?, Manuel le dice que se calme, que solo estaban platicando, la sra. le agredió con el bastón, gritó rufián!, La gente se aglomeraba y la sra insultaba a Manuel, Roxanna le decía: Madre, cálmate, solo estamos hablando, él no me ha hecho nada! Inmediatamente llegó la policía y como la Sra. acuso a Manuel de agredir a su hija, la policía se lo llevó preso. Roxanna gritaba que eso no era justo, que no habían echo nada. AL llegar a su casa, Roxanna le suplicó a su padre que interviniera, como Alcalde, él podía hacer que lo liberaran, pero no fue así... El padre de Roxanna le dijo, que por haber desobedecido a su madre, estaba castigada y el destino del joven era incierto.

Esa noche, luego de la medianoche, Roxanna huyó de la casa, se dirigió al pueblo, a la cárcel, al llegar ahí habló con los guardias, como hija del alcalde, le permitieron ver al joven, Manuel estaba aterrorizado, le dijo que no entendía qué había hecho, y en ese momento, en que ambos estaban tan cerca uno del otro, con la luz tenue de la luna que entraba por la ventana de la celda y en medio de ellos la reja, los fríos barrotes que los separaban, Roxanna le dijo que no temiera, que pronto lo sacaría, sin saber por qué, ni cómo sucedió, se besaron, fueron unos segundos mágicos, la oscuridad se hizo luz, Roxanna! gritó su padre, qué haces aquí? Roxanna le dijo que no era justo que Manuel estuviera preso, que él no había hecho nada.

El padre la apartó de la reja, le dijo a Manuel que nunca saldría de la cárcel por atreverse a tocar a su hija, Manuel le dijo: Sr. pero si yo no he hecho nada, solo me he enamorado de su hija, una hermosa dama, soy trabajador, tengo una granja, puede constatarlo, allí tengo lo necesario para vivir y si puedo ofrecerle mi amor incondicional y puro!. El Alcalde lo miró con desprecio, y le dijo: Mi hija con un granjero? Jamás! primero muerta! y a empujones se llevó a su hija.

Al llegar a la casa, la encerró en su habitación y el dijo que nunca saldría de allí, que nunca sería esposa de un granjero. Pasaron los días, Manuel en la cárcel pensaba en ella, la soñaba, gritaba su nombre. En la casa, Roxanna, lloraba inconsolable, no comía, la tristeza la estaba matando, en las noches gritaba el nombre del joven por la ventana de su habitación, en la torre, durante 4 noches seguidas, en los alrededores de la mansión solo se escuchaba: ¡Manuel!, el grito de Roxanna llegaba hasta el pueblo, hasta la cárcel, Manuel con viva voz gritaba también ¡Roxanna!

Y así pasaron otros días, semanas, meses, años, desde entonces, la familia del Alcalde desapareció, nadie sabe de ellos, la Mansión fue abandonada, el joven Manuel ya no está en la cárcel, nadie sabe de él. Desde ese momento, cada 14 de febrero y durante una semana, en las noches, desde las Ruinas de la Mansión de la Roca, se escucha el grito de Roxanna llamando a Manuel, y desde la cárcel se escucha el grito de Manuel llamando a Roxanna.