Puedo comentarles que mi familia varias cocinan pero solo mujeres y en casa, no profesionales, y la mayoría de los hombres también de mi familia, no cocinan, sólo uno le meten a la cocina, y sólo yo de manera profesional. Recuerdo que desde muy pequeño me sentaba la por largas horas en la cocina observando a mi abuela y mi mamá en la cocina. Al vivir en el campo se trabajaba mucho, desde muy temprano a las 4 de la madrugada nos poníamos a moler café, maíz, desayuno, etc. Todo buscando tener en la mesa el sustento diario, y mi abuelo y papá llevando el suero, huevos, aliños todos los días en la tarde para acompañar las arepas. Siembras de maíz, café, tomates era lo que más se veía en los alrededores del caserío y pues era lo que más veíamos en la mesa. Fue una infancia rica en gastronomía de campo, humildes pero trabajadores, que dejó esa semilla culinaria en mi corazón la cual está dando su fruto de manera profesional hoy en día.

Cada diciembre nos reuníamos como familia en un hermoso pueblo que llama Jabón en el municipio Torres aquí en el estado Lara. Disfrutábamos el máximo como familia, largas caminatas hacia las quebradas, cascadas, montañas acompañaban las innumerables pláticas de nuestras vivencias en el año. Pero lo que más nos gustaba era al momento de preparar nuestras comidas, hallacas, pernil, parrillas, sopas, cada quién aportaba lo suyo, unos nos encargábamos de buscar la leña, otros de cortar las hojas de las hallacas, otros de hacer las compras y otros de preparar la comida (mujeres). Las fotos con cámaras de rollo abundaban jjajaja, eran otros tiempos, pero gozábamos un puyero en familia. Son momentos que quedarán grabados en mi mente y corazón.