La vida te da sorpresas, como dice la canción. Y efectivamente, así es. Pasan cosas que no nos esperamos y sin embargo, hay que estar preparado para todo. Y tal es el caso de mis sobrinas que vinieron a mi casa en Caracas, como todas las semanas a hacer algunas diligencias en la capital, a la vez que me acompañan a hacer compras y a ayudarme con el día a día de la casa. Ese día fue de mucho tráfico de carros y motos en las avenidas.

_{Día de tráfico caraqueño}

Nos dispusimos a salir temprano ya que yo necesitaba ir a recoger algunos documentos y también comprar lo que me hacía falta para la semana. Un poco de frutas, galletas, café, así como productos para el cabello. También quería cambiar las flores del jarrón y aprovechamos para pasar por el kiosko de la avenida Urdaneta para adquirir girasoles, que me encantan.

_{Kiosko de flores avenida Urdaneta}

Entre ellas y yo hay una relación muy bonita ya que tenemos una muy buena comunicación y cuando estamos juntas hablamos mucho de los temas del país, del trabajo, de los hijos y de los asuntos familiares. Cuando podemos y nos da el tiempo también vamos a hacer juntas un poco de ejercicio y caminatas por las calles. Así transcurre el tiempo entre charlas y paseos.

_{Mi sobrinas y yo, ya en la calle para las compras}

Ya en la casa nos disponemos a ordenar la casa, al mantenimiento de los espacios y a la preparación de la comida. Mientras ellas preparaban la sopa, yo hacía las arepas.

Este día que relato, entre charla y trabajo, se nos olvidó el paso del tiempo y cuando nos dimos cuenta ya eran las seis de la tarde. Ellas deben tomar un carro para ir hasta su casa que queda en las afueras de Caracas, a unos 70 kilómetros más o menos, por lo que dura en el trayecto en autobús aproximadamente una hora y quince minutos.

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Nos apuramos en terminar lo que faltaba y ya ellas se marchan. Les pedí que me avisaran por teléfono cuando llegaran a su casa. Transcurrió la noche, me acosté y no recibí su llamada. Pensé que llegarían cansadas y que seguro me llamarían en la mañana.

Pero cuál es mi sorpresa cuando suena el teléfono y me comunican que hubo un accidente en la carretera y que no había paso por lo que tardaron siete horas en arribar a su casa por la larga cola. Esto les ocasionó que estuvieran en su casa a las 2:30 de la madrugada.

Al enterarme de esto me dio mucha pena con ellas por haber vivido ese mal rato en la carretera expuestas a cualquier peligro. Por suerte, se encontraron con varios amigos que estaban en la misma situación y se ayudaron entre todos y pudieron soportar ese tiempo detenidos en la cola y se acompañaron luego en plena madrugada hasta sus viviendas.

Para la próxima, es necesario salir más temprano de Caracas y chequear las redes sociales para enterarse de cualquier situación difícil que se pueda presentar en las carreteras y autopistas. Corrimos con muy buena suerte, y todo continúa igual.