Compartir en familia, en cualquier momento o espacio, siempre es una bendición, pero en tiempos de navidad, siempre tiene un toque distinto y radiante, ese que le añade el amor de quienes se preparan para estas fechas también de forma especial y diferente.

Navidad es el tiempo en que se refleja aún más el amor, ese amor que debe prevalecer siempre durante todos los momentos con nuestros seres queridos, pues si bien es verdad que hay tiempos de tormentas y tristezas familiares, no es menos cierto que los momentos de alegría siempre superan la opacidad de los que son más complicados.

En mi familia siempre acostumbramos compartir cada año las fechas festivas en el mes de Diciembre. Se ha hecho costumbre el reunirnos en casa de mi hermano en una población cercana los días 24 y 31. En principio, las reuniones eran numerosas, sin embargo, por la situación venezolana de migración que todos conocemos, las familias se ven cada vez más reducidas porque muchos de sus miembros se van a otros paises en búsqueda de un mejor futuro y esas partidas dejan un vacío difícil de llenar.

Pero, no obstante, los que quedamos siempre tratamos de pasarla bien compartiendo la cena familiar, dando gracias a Dios porque aún en esta situación económica difícil, podemos disfrutar de unos buenos platillos en unión de los que quedamos y nos reunimos. Siempre preparamos entre todos las cosas para la cena, mi cuñada es una especialista en comida de todo tipo y hace unos platos deliciosos para estas ocasiones. Una de sus especialidades, entre muchas, son los postres.

Este año nos deleitó con una torta María Luisa (con ciruelas pasas y un relleno riquisimo), que estuvo para chuparse los dedos y que nos mantuvo rompiendo la dieta inclusive al dia siguiente de la llegada del nuevo año. La dieta quedaría para próximos dias, no era bienvenida en tiempos navideños.

Por lo general, siempre tratamos de ponernos bonitos para la ocasión. Despedir el año que se va, tiene que venir cargado de una energía positiva que nos permita darle la bienvenida con los brazos abiertos y desde el corazón estar dispuestos a recibir todo lo bueno que él nuevo año ha de traernos, esa debe ser la actitud en todo momento, muy a pesar de las crisis y problemas.

Este año para mí como para todos, no fué nada fácil, sin embargo me dispuse a recibirlo con la mayor alegría y las mejores expectativas, todos nos pusimos guapetones para compartir en familia y tomarnos las respectivas fotografías en el arbolito de navidad y que irían a engalanar las redes sociales para nuestros familiares y amigos en el exterior, así como para el recuerdo que cada año nos deja con ese sabor rico que tiene el calor familiar de estas fechas.

Yo también me puse guapa para posar en el arbolito, y es que este 31 me desperté con una energía tan positiva y especial que quise reflejarlo tanto en mi apariencia física como emocional, algo así como brillar desde el interior de tu ser.

Y no podía faltar una junto a él, mi más grande amor. Los hijos son el regalo más maravilloso, la bendición más enorme que le pueda conceder a uno la vida. Poder contar en navidad y siempre con su compañía, hacen aún más especiales y significativas estas fechas de unión y paz.

Y por último luego de cenar, nos reunimos alrededor de la mesa a esperar la llegada del nuevo año, unidos entre pensamientos de esperanzas y buenos deseos para nuestro pais y todas las personas que en él aún estamos, por nuestros familiares que a lo lejos extrañamos pero que siempre están porque cuando alguien habita en tu corazón, jamás puede haberse ido, pedimos por la vida y por todos aquellos que aún creemos en un mundo mejor, lleno de bienestar y posibilidades para todos.

Es mi deseo y el de mi familia que, este nuevo año, el 2020 nos traiga las mejores cosas, siempre juntos, compartiendo y regalando amor y calidad a la vida y a esta hermosa plataforma que nos dió la oportunidad de encontrarnos en la inmensidad del camino virtual.