Alexander | Los secretos e historia de Pablo [capítulo especial, parte I]

in GEMS4 years ago

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Capítulo especial, parte I:


Los secretos e historia de Pablo




Mi niñez es algo de lo que no puedo fanfarronear, no fui el típico chico que esperaba que sus padres lo fuesen a buscar al colegio, siempre me tocó tomar algún aventón con algún amigo que viviera cerca de mi casa, algunas veces tomaba el autobús a mi corta edad, pero no podía o más bien no quería ser una queja y peso para mi madre quien ya tenía suficientes problemas, empezando con la muerte de mi padre y luego el querer seguir con su vida cuyo destino le cruzó con el peor de lo hombres.

Para todos aquellos que no eran tan allegadas a nosotros e inclusive mis propios amigos éramos una familia feliz como cualquier otra. Yo también contribuí a que se viera de esa manera con todas las mentiras que inventaba. A pesar de no ser mayor de edad, tenía una mente muy madura aunque no la usaba correctamente del todo, porque las mentiras, sabía que ellas en algún momento nos devoraría a todos incluyéndome a mí.

Con el tiempo todo empeoro, cada noche que me encontraba en mi habitación podía escuchar los gritos aún cuando intentaba escapar de ellos tapando mis oídos con las almohadas e intentando cerrar los ojos para quedarme dormido. Yo sabía y se notaba en la cara de mi madre que estaba cansada, pero ella todo lo hacía para poderme dar lo necesario, temía quedarse como madre soltera, pues luego de perder a una pieza tan importante en su vida, más bien en la nuestra, como lo fue papá, ella ya no era la misma mujer fuerte y guerrera que podía atravesar paredes y cualquier barrera de la vida. Por eso yo siempre quede callado ante la realidad, aunque no podía negar que me dolía, porque me sentía culpable.

Muchas veces pensé en huir de casa, pero no tenía a donde ir, solo iba a empeorar la situación de mi madre, quien seguramente gastaría todos sus ahorros en mi búsqueda, tal vez enfermaría o iba a acabar con su vida; todos esos pensamientos cruzaban por mi mente y yo solo declinaba esos planes de fuga. Así que solo espere a que todo se calmara con el tiempo, tal vez aprenderíamos a vivir como una real familia cuando se cansaran de pelear tanto, pero no fue del todo cierto esa esperanza.

Hubo una noche a mis ya 18 años que estaba de regreso de mi trabajo de medio tiempo, cuando llegando al apartamento veo que la puerta está entreabierta. Inmediatamente pensé que se habían metido algunos ladrones, pero luego salí corriendo desesperadamente cuando escuche a mamá llorar. Al entrar en su habitación, la vi en el suelo sentada llorando con algunos moretones en su rostro. No había necesidad de preguntar qué había pasado, cuando al mirar a mis lados todas las cosas de valor estaban allí, además que mi madre no era una mujer de tener problemas con otras personas que no fuese con ese hombre, mi padrastro.

Nunca pensé que un intercambio de palabras terminaría dañando físicamente a mi madre, me llene de rabia e impotencia, intente persuadirla para que fuera a la policía a colocar la denuncia, pero ella se rehusó haciendo ver que todo fue por su culpa, que ella hizo que él se alterara porque lo había insultado. Yo no podía creer sus excusas, conocía a mi madre, pero en ese momento me sentí decepcionado de ella, ya no era por mí, tal vez estaba atada a un amor egoísta, aferrada a un hombre que solo dio dolor de cabeza en nuestras vidas y que ahora también se aprovecha de mi madre como si fuese una bolsa de boxeo.

Hice como si le creí, pero algo me decía que ese no iba a ser el final. Mis miedos se hicieron realidad, fueron varias veces al mes en que conseguía a mi madre en el mismo estado, y a veces pretendía esconderlo de mí sabiendo que en cualquier momento yo haría algo de lo que luego tal vez me podía arrepentir. Tal vez no iba a ser nada esperanzador oír en las noticias que un chico de 18 años mató a su padrastro, pero esos eran mis constantes pensamientos, nada me iba a preocupar, ni siquiera el hecho de dañar mi futuro.

Una tarde estando en mi trabajo de medio turno recibo una llamada, era una enfermera informándome que mi madre estaba grave en el hospital. Inmediatamente salí corriendo luego que me excuse con mi jefe, mi rostro se empaño de lágrimas. Tome mi bicicleta y empecé a pedalear como loco pensando que tal vez ese día iba a perder a mi madre, a la única persona que amaba, mi única real familia.

Me sumergí tanto en el pensamiento que no vi el semáforo de peatones en rojo, cruce sin mirar a los lados para luego escuchar una bocina que me asustó e hizo tropezar. El carro por fortuna no llegó a atropellar mi cuerpo, pero el caucho trasero de mi bicicleta había quedado destruida entre el caucho del auto. Yo estaba en el suelo en un intento por levantarme y apresurarme sin ver que tenía raspones en mis codos, rodillas, manos y parte de mis brazos. Un hombre de unos 30 años salió del auto todo preocupado preguntando y asegurándose de que estuviese bien, pero aun mareado yo solo salí caminando en dirección al hospital pensando en mi madre.

—¡Oye! Detente debes ir a un hospital— dice el hombre con voz seria tomándome del brazo para luego meterme en la parte trasera de su auto. —Estoy bien, solo necesito ir al hospital— le digo para luego ser interrumpido por el nuevamente —pues para allá es que vamos— dice acelerando.

Por un momento me sentí aliviado, pues íbamos en la dirección que necesitaba ir. Me detuve a ver al hombre por el retrovisor, y varias veces cruzamos miradas, la suya era de preocupación y ya la mía se tornaba de dolor, pues mi cuerpo entro en frío y fue cuando me percate de lo mal herido que estaba, sin embargo mis pensamientos eran solo llegar al hospital para salir corriendo a emergencia donde estaba mi madre y asegurarme de que estuviese bien.

Justo cuando el carro se detuvo yo me baje rápidamente agradeciendo y deje atrás aquel extraño hombre. Fui hasta la recepción preguntando donde tenían a mi madre quien ya estaba en una habitación. Al entrar estaba ese hombre a su lado casi llorando y suplicándole a mi madre que lo perdonara, no podía creer lo que estaba viendo. Enseguida me abalancé hacia él golpeándolo en el rostro, algo que hizo doler mucho mi muñeca, era la primera vez que golpeaba a alguien, pero desde hace mucho tiempo que quería hacer eso. Mi madre se alteró un poco pero en ese momento yo solo estaba muy enojado tratando de tomar la justicia por mis manos ya que mi madre no quería hacerlo.

De pronto mi padrastro me empuja haciéndome caer al suelo para luego abalanzarse encima de mí; vi su puño al aire, sabía que me iba a golpear muy fuerte dejándome marcas y moretones como los de mi madre, así que por el temor cerré mis ojos y puse mis brazos sobre mi rostro. Esperé por su derechazo, pero para mi sorpresa cuando abrí los ojos aquel hombre extraño estaba detrás de él sujetando su brazo, ambos forcejeando.

—Solo un cobarde como usted haría esto— dice el hombre extraño riéndose, mientras forcejea con mi padrastro; yo por otra parte me levanté y me acerque a mi madre mientras veía como aquel hombre sacaba de la habitación a mi padrastro. Mi madre estaba inconsciente, toda moreteada, no pude contener las ganas de llorar al verla así.

—Tu madre estará bien, solo está descansando por los analgésicos — escucho una voz a mi lado, al subir mi rostro sentí su cálida y suave mano rozar mis mejillas despojando mis lágrimas. No sabía cómo reaccionar, o qué decir, pero estaba agradecido por todo lo que estaba él haciendo, siendo que era un extraño. Al intentar quitar su mano de mis mejillas siento un dolor punzante en mi brazo que me hace quejar. Había olvidado mis heridas por completo.

—Si no te cuidas ¿Cómo pretendes cuidar a tu madre? — menciona el hombre sonriendo un poco para luego tomarme de la mano como cual padre a un hijo, pero en el intento por caminar mis piernas empezaron a doler intensamente. —Yo me encargo descuida— dice, mientras siento que pasa su brazo por mi espalda y otro por encima de mis glúteos elevándome y cargándome entre sus brazos. Sentí algo de pena e incomodidad, tener su rostro de cerca y estar de esa forma. De cierto modo solo quise guardar silencio y fijaba mi mirada a otra parte mientras el caminaba hacia emergencias.

Dejándome sobre una camilla, volví a ver su rostro para verlo sonreír una vez más. — Gracias…por todo— le digo al extraño esquivando mi mirada por lo apenado que estaba. — No te preocupes solo es algo que debo hacer por ti— menciona mostrando un rostro sonriente. En ese instante llega la enfermera con los utensilios para desinfectar las heridas —espere por favor afuera— dice la mujer de uniforme blanco haciéndose paso y preparando todo para empezar la cura. Él me hace una seña con su mano para decirme que estaría afuera esperándome a lo que yo no respondí nada.

Luego de unos minutos que terminaron de curarme y ponerme vendas, espere a que la enfermera se retirara para escaparme al cuarto de mi madre, pero al momento de dar pasos con mis doloridas piernas siento que pierdo el equilibrio y mi cuerpo se inclina hacia adelante, antes de caer al suelo ya estaba entre sus brazos y pecho una vez más. —No seas estúpido, debes descansar— dice el hombre cuyo nombre aún es desconocido para mí. Lo único que sabía de él es que casi me atropella por lo distraído que estaba yo, y que también parecía ser un buen hombre aunque un poco extraño por la forma en que me trataba.

Muchas cosas debían cambiar en mi vida, más que todo en la de mi madre, me iba a asegurar de ello, no podía permitir que ese hombre siguiera haciéndole daño, debía lograr hacerla entrar en razón aun cuando me interpusiera contra él. Así que me relaje por el momento comprendiendo que por ahora no podía hacer más nada que tomarle la palabra a ese hombre y descansar.

— ¿Cuál es su nombre señor? — pregunté, pero antes de escuchar su respuesta mis sentidos ya se estaban distorsionando, había olvidado que aquella enfermera me había colocado un calmante para los dolores que me iba a dar sueño, tal vez por eso me pidió que descansara, tal vez por eso no tenía fuerzas para caminar.

Solo vi su sonrisa una vez más entre mi mirada borrosa antes de cerrar completamente mis ojos.

Opinión del autor: Alexander es una novela apto para público mayor de 18 años, que se irá desarrollando según las ideas previstas para esta historia, tengo ya en mente varios desenlaces e inclusive parte del desarrollo de la dramática, lo que sí es seguro es que este personaje tendrá que pasar por duras pruebas y convertirse en un hombre fuerte capaz de hacer cosas impensables para descubrir la verdad sobre aquella noche donde trágicamente hubo un derrame de sangre en un hogar donde vivía una familia común y corriente según mi percepción. Pero que además en el transcurso de su camino se da cuenta que gran parte de su vida tal vez había sido una total mentira.

Esta es una de mis primeras historias donde podrás conseguir, suspenso, acción, sexo y tal vez amor, este último aún no estoy del todo seguro, y es una de las cosas que más me encanta, que a pesar de que quiero un desenlace en particular, a veces el dejarme llevar por la historia hace que el autor a mitad de camino cambie de ideas.




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