Concurso: Escribe una historia corta tomada de tu vida | Edición Infantil / by @filili71

Desde que recuerdo siempre me gusto leer y mi papá siempre me incentivaba regalándome cuentos de Tio Conejo y Tio Tigre y luego los libros de Julio Verne, hasta que llegó a mis manos las sopas de letras y los crucigramas.

No sé ahora pero antes los vendían en los kioskos de periódicos y mi papá los compraba para resolverlos en la noche acostados en la cama y tenían que ser por lo menos uno cada día, que emoción sentí durante semanas al poder compartir esta actividad con mi padre.

Pero imaginaran que una personita de 09 u 10 años no sabe mucho de cultura general, por lo cual procedió a comprar un libro de Sinónimos y Antónimos, otro de Frases Celebres, un diccionario y otro para resolver crucigramas, para que no nos quedará ninguna casilla vacía.

Hasta allí me llegó la emoción de los crucigramas con él, porque casi que quería que supiera todas las respuestas y que me estudiara esos libros como un deber escolar y si erraba en una respuesta o no la buscaba rápido en los libros me regañaba.

Así poco a poco le fui perdiendo la emoción a esta actividad que tan alegre habíamos comenzado juntos porque ni a mis hermanos ni a mi mamá les interesaba.

Hoy en día añoró esos momentos donde compartíamos por lo menos una hora al día, después de esos regaño me fui alejando poco a poco y la relación no volvió a ser igual porque ya no compartíamos juntos.

Hasta aquí mi pequeña historia donde una actividad emocionante se puede convertir en desagradable.