Las temáticas que nos presenta está película tienen que ver primero con el descubrimiento de una nueva tierra, segundo con los riesgos que se corren al repoblar o colonizar un nuevo planeta, tercero la lucha de poder entre hombres y mujeres, porque al pasar de la mitad de la película nuestro protagonista Ted Hewitt (Tom Holland) acompañado de su joven y nueva amiga del espacio descubren que todo ha sido un engaño y que las mujeres de su comunidad incluyendo su madre no fueron masacradas por los habitantes de ese planeta sino por los hombres quienes no soportaron que a ellas no se les manifestara el pensamiento de forma tal que pudieran saber lo que pensaban en todo momento, esto los enloqueció a tal punto que el líder decidió en compañía del predicador matarlas a todas. Un argumento bastante machista debo señalar, pero que nos muestra el lado más vil y malévolo de las personas donde en vez de generar paz y armonía y tratar de comenzar de nuevo en equilibrio prefieren matar y exterminar lo descocido.

Estos dos jóvenes emprenden un camino en búsqueda de un lugar llamado Farbranch donde pueden ubicar una de las primeras naves de la primera oleada de colonos para que viola pueda enviar un mensaje que a su nave principal y ser rescatada todo eso antes de que la nave se desvié y descarte ese planeta por no tener una respuesta. Una vez en Farbranch descubren una nueva colonia donde hombres y mujeres viven en armonía y que hacen que el joven Ted Howitt descubra el oscuro secreto de la colonia donde nació y creció. Es allí donde comprenden que hombres y mujeres si pueden vivir en armonía aun cuando los hombres sean los únicos que siempre tienen sus pensamientos fuera de sí.

Al final les toca irse hasta donde se encuentra la primera nave que aterrizó en ese mundo desde donde Viola logra enviar la señal con la cual guía a su nave de colonos hasta allí para lograr establecer un nuevo equilibrio. Demás está decirles que los malos son vencidos por estos dos jóvenes protagonistas y las civilizaciones futuras deberán aprender a convivir unos con sus pensamientos expuestos y otros con no saber lo que piensan las mujeres.