¿Cómo quieres que te trate la gente? Seguramente responderás que con amabilidad, gentileza, amor y cariño. Sinceramente, todos queremos que nos traten bien y que la gente piense bien de nosotros. Sin embargo, podemos decir que nadie puede recibir un buen trato si no es capaz de darlo también.

Ayer, precisamente, mientras esperaba a una persona en una cafetería, quería tomar un delicioso café, como a mí me gusta, no pasaron ni tres minutos, cuando un anciano, que no iba muy bien vestido, pero que era una persona a la que su familia había abandonado, deambulaba por la calle y al entrar en la cafetería, me pidió con voz temblorosa, que le diera un café. Miré al anciano y me conmovió el corazón y sentí mucha compasión, le dije al chico de la cafetería que le diera un café al anciano, tal y como me lo había servido a mí.

Al cabo de un rato, el anciano recibió su café y, con un gesto de agradecimiento, se marchó. Me senté fuera del café y medité sobre la vida de este anciano, que había sido abandonado por su familia y que seguramente recibe el rechazo de la sociedad.

Si me pusiera en el lugar de este anciano, seguramente querría que la gente me tratara bien y no me rechazara. Realmente, la gente quiere amor y mucha comprensión. Siempre hay que ponerse en el lugar de la otra persona para ver que realmente está recibiendo lo que a cualquier persona le gustaría recibir, que es afecto y amor.

En la vida he aprendido que para amar a otro, es necesario preguntarse hasta qué punto nos amamos y aceptamos a nosotros mismos, para estar seguros de que no vamos a golpear y herir a los demás.

Hay una cita bíblica muy poderosa que apoya el amor al prójimo, que quiero compartir con ustedes, que seguramente nos ayudará a amarnos a nosotros mismos y a los demás:

Porque toda la ley se cumple en una sola palabra, en esta sola palabra: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Gálatas 5:14.