Sueños y experiencias de vida | Literatura

Pasaron los años de una manera desapercibida como si el tiempo se detuviera mientras la realidad circundante sabe que nunca ha cesado en su afán de transportarme hacia el futuro de una manera cautelosa. En ese ritmo de vida cierro mis ojos y me vislumbro en un mundo de sueños en donde la idea más común y ocurrente circunda en la necesidad de contar una historia que sea para mis seguidores una huella imborrable.

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Todos en esta vida estamos para marcar un camino, un camino que lo podemos cultivar y labrar dejando un estrecho horizonte que sirva como ejemplo para otros futuros caminos. Son mías las experiencias vividas, o quizás tus experiencias de vida las que pueden escribirse en una larga historia, y es lo bonito de la vida que si seguimos los senderos de huellas imborrables siempre van a existir inmensos deseos de vivirla apartando el rencor y sanando las indeseables heridas.

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Para que ser tan maduro para empezar a comprender la vida, si siempre van existir fuerzas que te empujen a tener que comprender la vida de una forma prematura. Para escribir nuestra historia es importante simular el entorno de la fama en la que se sufre para estar en lo alto y se llora cuando nos desprendemos en las bajadas, y que a pesar de que muchas veces podemos evitar caídas en tramos de grandes resbaladas siempre estaremos propenso a caminar por los senderos de las grandes historias.

Si en alguna oportunidad quieres labrar tu historia, no dudes nunca que cuando vengas cayendo en ese camino de fama y ya estando en picada tienes el apoyo de tus seguidores, ten presente que son las personas que te quieren y que tú debes querer con el alma.

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Cuando la historia se narra con argumentos de buenos corazones, llega un instante de tiempo en el que el sueño se vuelva cada vez más una realidad y si nos va bien queremos que a todos les vaya bien y aunque supiéramos que nos pueden pagar mal no importara seguimos adelante y recomponemos el alma.

El sueño culmina diciendo que tengamos cuidados de los que enseñamos a poseer grandes cosas, porque el día que las grandes cosas no estén para ellos, de seguro vendrán e intentaran comernos como la pieza resultante de nuestra más grande tragedia.