SEC S5W5: Mi rincón: El esquivo Mundial del fútbol venezolano

En la contienda electoral venezolana, del año 1998, por la presidencia de la república, donde participaba la ex reina de la belleza universal, Irene Sáez, esta candidata, aprovechando la efervescencia noticiosa del Mundial de Fútbol que se celebraba en Francia, prometió que, de resultar favorecida en las urnas para ocupar la primera magistratura, nuestro país acudiría sin falta a la próxima cita mundialista.

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Se trató, al parecer, de una ligereza más que surgió en medio de la campaña, ya que ni Sáez resultó presidenta ni Venezuela ha clasificado jamás para participar en el mencionado evento.

La curiosa anécdota sirve para ilustrar la displicencia con que, muchas veces, se ha manejado el tema del balompié en nuestro país. Somos, por lo general, muy dados a la parafernalia, a las declaraciones rimbombantes y a los planes de alcances hiperbólicos e inmediatos que se proyectan con enormes despliegues efectistas, pero que casi de manera inevitable se desinflan en seguida por falta de seriedad y dedicación.

Venezuela debutó oficialmente como aspirante a participar en un evento de este tipo, en las eliminatorias para el Mundial de Inglaterra, en el año 1966. En ese primer encuentro fue derrotada por el equipo peruano y perdió igualmente el resto de sus tres compromisos. Se podría pensar que semejante tropiezo era normal para una divisa que estaba comenzando en estos avatares y no poseía la tradición futbolística que ostentaban sus competidores. Sin embargo, de allí en adelante la historia de este deporte en nuestros predios ha continuado signada por más desaciertos que triunfos.

Cuatro años después, para el Mundial de México, en 1970, Venezuela logra la hazaña de obtener su primer punto en unas eliminatorias, un providencial empate a un gol con Colombia. Este hecho, no obstante, estuvo lejos de significar un motivo inspirador para continuar adelante, ya que para 1974 la FIFA, la federación que controla todos los aspectos concernientes al fútbol mundial, suspendió a nuestro país de las competiciones, por problemas internos, que no pudieron resolverse a tiempo, entre los dirigentes locales.

Para 1977, con motivo del mundial que se celebraría en Argentina al año siguiente, Venezuela vuelve al ruedo, pero, de acuerdo con los resultados, nuestro balompié seguía siendo demasiado timorato para estar a la altura de sus rivales. La historia de este deporte continúa su rumbo signada por las derrotas y casi desdeñada por una afición, cuyos mayores ímpetus se lo dedicaban al béisbol.

En los primeros años de este siglo, la "Vinotinto," como también se le dice al equipo de fútbol venezolano, obtuvo cierto repunte que enarboló las esperanzas de mirar una representación de nuestro país en los eventos mundialistas. Fuimos testigos ilusos de la alharaca desbocada que pregonaba épicas victorias y mitificaba a unos jugadores que todavía no habían logrado ninguna victoria de verdadera importancia.

Con el paso del tiempo, entre problemas económicos y desacuerdos entre técnicos y directivos, volvieron las derrotas persistentes. Hasta que llegamos a esta última cita en Qatar para la que ni siquiera tuvimos la remota ilusión de clasificar. Cincuenta y seis años después de aquel debut en las eliminatorias nos encontramos, al parecer, en el mismo lugar.

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