Saludos mis estimados amigos digitales.

Quiero agradecer a la amiga @solperez por plantearnos este desafío que nos motiva a exprimir nuestra imaginación a partir de una pintura clásica, en este caso del pintor británico David Wilkie.

Igualmente quiero invitar a @yashira315 @leonciocast y @alexandergundino para que participen en esta dinámica. Estoy seguro que podrán realizar un relato creativo y a la altura de la exigencia.

Mi primo el músico

Desde que a Clara le rompieron el corazón, cuando todavía era una jovencita de 14 años de edad, le había costado enamorarse.

En aquella época se había ilusionado en secreto con un guitarrista que había llegado al pueblo, quien era apenas dos años mayor que ella. Aunque se imaginó que algún día se casarían en una fastuosa boda con cientos de invitados, su sueño se derrumbó el día que el mozo tomó su guitarra y se fue a estudiar a la capital. Nunca más supo de él.

Se prometió no volver a ser tan tonta. Se juró que la próxima vez que se enamorara sería de alguien que de verdad le correspondiera, y que fuera el hombre quien primero le cortejara, para no volver a vivir una decepción amorosa. Pero eso sí, tenía que ser músico.

De eso ya habían pasado dos décadas y la pobre Clara se quedaba cada vez más sola.

Mi primo el músico

Había rechazado a comerciantes, militares, ingenieros, médicos y escritores. Porque su sueño siempre fue casarse con un músico.

En la campiña colonial era susual casarse entre los 19 y 21 años, incluso antes, pero con 34 años encima ya la solitaria Clara pensaba que nunca encontraría a un buen músico que la desposara.

-Es que no has conocido a mi primo Aurelio -le dijo una tarde su vecina Estela. -Mi primo es músico, es inteligente, trabajador, honesto y toca la flauta como un virtuoso... Ah y está soltero!
Después de muchos años por fín conocería a alguien que cubriera sus expectativa amorosas.

Una mañana, mientras hacían las labores domésticas juntas, Clara y Estela vieron a un pastor que se acercaba a sus predios conduciendo a un rebaño de ovejas.

Clara lo escudriñó con desconfianza.

-¿Qué desea por estos lares, buen hombre?

-Es mi primo Aurelio, le dije que podía pasar a tomarse una taza de té

Sin pensarlo y sin que se lo pidieran, el ovejero sacó una flauta y comenzó a ganarse el corazón de la solterona con cada acorde que salía de su instrumento