Saludos atoda la comunidad #VenezolanosSteem.

Aqui mi corto relato del noble hidalgo en esta época, gracias @marcybetancourt por motivarnos a desarrollar la creatividad que solo esta allí a la espera de que la dejemos libre.

Mi Dulcinea es aleuzeneV

En el hogar de que pancha en un lugar bien remoto cuyo nombre no diré pero su nombre colocare al revés aleuzenev.
Salieron dos por el mundo, a librar la gran batalla Sancho todavía tenía su gran panza y el otro muy escurrido con un color en su tez rosa apio avellanado de lo mal que había comido.

En burro y caballo se fueron los dos errantes, el quijote en rocinante su fiel y encorvado caballo, que de lejos se le detalla el costillar de lo flaco; por donde pasaban se reían de aquel jamelgo pues los jóvenes ya no tenían ningún respeto por el
— parece un arpa gritaban se le cuentan las costillas.

El quijote acelerado embestía con su gel, defendía a rocinante era su caballo fiel.

Por la frontera salieron, caminos verdes adentro.
A uno le movía el viento su tan escurrido cuerpo, el otro sin pestañear sentado su burro arreaba; en el camino cambiaron las bestias por bicicletas, más fácil de mantener.

Luchando por rescatar a la bella Dulcinea que tenía 20 años viviendo en una mazmorra, como armadura llevaban su mascarilla y el gel pues aquel virus tan cruel amenazaba, los quería consumir, como escudo el alcohol y la armadura de papel.

“Por la libertad, así como por la honra, se puede y se debe aventurar la vida.”

Su hermosa y fiel damisela la reina de la comarca, sancho panza la miraba no podía creer la miseria que por doquier los rodea, en sus adentro preguntaba por qué un tirano tan cruel… yo no creo merecer tanta conflagración despiadada.

“Las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias.”

El hidalgo no perdía la idea que le quito la razón, sufrir de hambre tardía, caminaba a todos lados porque gasolina ya no había, el salario mínimo… un dólar. Dulcinea no proveyó en el tiempo en que la amo porque el tirano con sus ejércitos la mano se le pasó.
Los gigantes que atacaron su débil flanco acabaron con todo. El Quijote luchó con su mascarilla y su alcohol pero no pudo resolver la caída de su amor.
Mire vuestra merced con fuerte voz exclamó sancho
— no son gigantes es la guardia, es el ejército y los brazos son metralletas amedrentando al pueblo.

De regreso y derrotado por la guardia amilanado sin un peso en el bolsillo mucho menos un dolarito, al hogar de la pancha llega todo deprimido, a planificar la próxima avanzada con su escudero quien dejó la panza en el camino.

Así termina mi historia, no en un lugar de la mancha si no en un lugar manchado; esperemos a otro hidalgo que se apriete el pantalón, se vista con su armadura a defender la nación.

¿Oh, memoria, enemiga mortal de mi descanso!