4to. Concurso Literario Foto-Relato / El Muro de mis Recuerdos

Las imágenes son capaces de llevarnos a momentos específicos, te trasladan. Esta, lleva a cada asueto. La casa de las tías era una obligación mientras crecía ahí nos encontrábamos todos abuelos, padres, primos, tíos, hermanos.

¿No había otro lugar? Doy gracias a Dios que no, porque de ahí se erige un muro lleno de los más hermosos recuerdos.
Aquella playa y los amigos de temporada, nunca más lo vería, pero por ese instante era el amigo del alma. Las expediciones a los 10 o 12 años con los primos y vecinos buscando tesoros, erizos de mar, pulpos y peces. Los paseos de manitos sudadas en el boulevard, los conciertos de cuatro y las parrandas.

La familia era el motivo de viajar. En la niñez, el primer día eran tantas horas largas, aburridas, interminables y sin recompensa por que ni para la playa se podía ir, había que saludar y compartir ese día. Al crecer corría al encuentro de esas reuniones, la playa no se iba a mover, de compartir y echar cuentos, momentos que construían un álbum difícil de borrar.
Siempre las reuniones en espacios abiertos por el Calor. Los tíos llenaban las tardes de anécdotas las tías reían a carcajadas. Cada familia le tocaba cocinar un día. Recuerdo desde el arroz quemado, de los tíos aprendiendo a cocinar, hasta los frijoles deliciosos de la abuela que era la cocinera perfecta para mis gustos. Anécdotas, desatinos, experiencias, alegrías y tantos recuerdos eran las vacaciones.

No siempre contemple de la misma manera. Con enojo porque se acababan las horas en la playa, con incertidumbre por la hora en que vendrían por mí los amigos, con alegría de escuchar chistes y anécdotas. Hoy con melancolía, queriendo sentarme de nuevo ahí con todos aquellos que compartí y edifiqué el muro de mis recuerdos.