Venezuela Concurso/Primera edición/ Siente la naturaleza
“Qué buena sombra da este San Francisco”; dijo un señor que había sido monje franciscano en su juventud el cual vino a arreglar mi computador a casa. “Marrón un tiempo vestido de fraile y luego amarillo dorado esplendoroso, con la Gloria de Dios”, me dijo. Según la información que tenía se llama Acacia, en fin me cautivó la historia y lo llamo San Francisco. No es solo lo que su imagen transmite, mi amado árbol, me habla, le abrazo para escucharle y llenarme de esa energía maravillosa que comparte conmigo.
Pego mi oído junto a él y comienza a susurrarme, le escucho claro, es su salvia bendita que agradece los cuidados, el amor familiar, la defensa que he hecho sobre sus detractores, lo catalogan de: “mata que echa sucio”, ¡errados! me dice: la ignorancia es libre y anda suelta. Son muchos los que se han acercado a pedirme lo corte.
Me cuenta de generosidad, sus ramas frondosas se han alargado para compartir su sombra fresca con vecinos y algún andante que se detenga bajo ella para reponer fuerzas del camino o del calor. Ha sido refugio de enamorados, madres cansadas para darle el pecho a su hijo, de zapateros remendones caminantes, cepilladeros, heladeros, jugadores de dominó, reuniones vecinales, familiares y de cuenta cuentos, así que conoce mucho.
Me describe su imagen lo que es estar de pie, bien plantado, ha soportado grandes ventiscas y fuertes aguaceros, estoico, incólume, gallardo, describiendo la fortaleza que hay que tener para en los tiempos no tan buenos, seguir de pie bajo la tormenta.
Cada año me regala sus flores en Marzo, Abril y Mayo, despliega sus cientos de diminutas florecitas sobre la calle, la acera, el frente de mi casa, una alfombra amarilla se tiende bajo él, maquilla el paisaje urbano. Desprendido, sin apegos me muestra la bondad dorada en los pétalos. Sus copiosas ramas siempre dispuestas a tenderle ayuda a los pájaros sin hogar para que realicen sus nidos, viven allí: Chocorocois, Azulejos, y una que otra iguana.
Tiene tanto que decirme su retrato, único testigo de una deforestación criminal en la urbanización de 18 plantados en la calle solo queda él, allí me cuenta de la perseverancia y la constancia armas necesarias para continuar adelante. Siempre me recuerda al hogar, la paz y el amor familiar. Muchas veces he reído bajo su sombra, hemos llorado y orado. Espero que continúe allí por muchos años más mi querido San Francisco.
Agradecida con al alma a @solperez @marcybetancourt y @evagavilan por esta bonita experiencia.
Gracias por tu participación @aplausos, una linda historia la de tu San Francisco