Venezuela Concurso/Semana 2/ Piropos / Un piropo borracho

Todos sabemos que un piropo es un cumplido, una muestra de urbanidad de quien lo dice. Es una gentileza que los hombres dirigen a las mujeres que se cruzan en su camino o viceversa, aunque muchas veces también puede convertirse en una insolencia. De esta suerte, un lindo piropo puede sacarnos agradables sonrisas y hasta aplausos; el mejor de los casos ocurre cuando la persona piropeada da muestras de una futura complicidad entre ella y quien dice el piropo. Hay otros que, aún siendo prosaicos o vulgares, igualmente pueden desternillarnos de risa por el contenido humorístico que encierran.

Están los que sobrepasan la raya de la gentileza, que seguramente grabaremos en la memoria a modo de chistes, como el de esta anécdota que voy a contar, para bromear en cada oportunidad que se presente.

Para hacer esta publicación, en un grupo familiar de whatsapp, pregunté a mi familia sobre anécdotas suyas que estuviesen relacionadas con un piropo. Respondió una sobrina que, muerta de la risa, grabó varios audios en los que cuenta, primero, que un “viejo de 84 años, borracho” le echó un piropo y toda vez que lo dijo tropezó en la acera, cayó al piso y se golpeó, tanto que fue llevado a emergencias y terminó con 8 puntos de sutura en la cabeza y 10 en una ceja.

Mi sobrina, desde niña, siempre fue una flaca bonita, atractiva. Pero, ahora con más edad y experiencias, cuarentena de por medio, ha engordado, aumentando en volumen su gracia y su particular belleza. Según ella, está “con unos kilitos de más por culpa de las hallacas de sardinas”.

El viejo enamorador, vecino suyo, al verla pasar frente a él le dijo: “Tú eres la cochina que se revuelca en el chiquero de mi corazón.” E inmediatamente cayó al piso porque estaba demasiado bebido. Mi sobrina casi que sale espantada por la ocurrencia del anciano, regresó a su casa maldiciendo su suerte, diciendo “¿Acaso parezco un ancianato o una especialista en geriatría, ah?”

En Pixabay

Cuando escuché esta anécdota no pude evitar carcajearme largo rato, aunque me haya parecido un cumplido demasiado prosaico o chabacano para enamorar a una mujer, ya que nosotras esperamos piropos sutiles cuando de esto se trata. Y, aunque evidentemente este caballero carece en gran proporción de esa sutileza, la flor en cuestión resulta ser muy graciosa (apartando lo tosco).

Siendo que el piropo es una expresión metafórica, o con hipérboles, que se supone debe surtir efecto oportuno, rápido, en quien lo recibe, este caballero se quedará con el chiquero de su corazón vacío en lo que a mi sobrina respecta.

Para finalizar, aquí dejo mi propio piropo:

Las mejores páginas del libro de mi vida las quiero escribir contigo.

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Invito a participar en este simpático concurso a mis queridas amigas @nancybriti y @evagavilan